La cuadratura del «Círculo»

Al lado de los figurones del Círculo de Economía (en adelante, los “circulares”), el intrigante de Francesc Cambó fue un intrépido aventurero, uno de esos espíritus osados que abren rutas imposibles al comercio desafiando tempestades en alta mar, tormentas de arena en el desierto y los ataques a degüello de tribus hostiles. Uno de esos hombres hechos a sí mismos, self made man, a quienes no arredra el peligro y que se juegan la vida en un ardite. Empresarios y sesudos economistas “circulares” han redactado en fecha reciente un comunicado en el que se lee a las claras, no entre líneas, de qué blandengue y bizcochable pasta están hechos.

Sorprende que en algunos diarios digitales la noticia haya recibido un tratamiento excepcionalmente benévolo con dicha entidad. Parece que los prebostes del Círculo le dan un tirón de orejas al gobierno regional por la parálisis en la que anda sumida la acción política a causa de la traída y llevada agenda “procesual”. Que ocupado desde hace años en esas monsergas y mandangas, la economía no avanza, recula, se resiente el tejido productivo y se ahuyentan inversiones por la sensación de inseguridad jurídica, amén de las que “mudaron” ya de razón social y fiscal, se cuentan por centenares, y que, en buena lógica, no tributan impuestos en Cataluña. Y, a perro flaco todo son pulgas, sólo faltaban los efectos devastadores de la pandemia. Pero hay más, chincha rabiña, que Madrid recién nos supera en los índices de actividad industrial y comercial.

Un rapapolvo, en definitiva, pero… siempre hay un pero. A renglón seguido los “circulares” añaden su honda preocupación por… ¿La deforestación de la selva amazónica? ¿Las actitudes racistas automatizadas en Occidente denunciadas por los talibanes del movimiento BLM? ¿El negacionismo “cambioclimatista” financiado por inescrupulosas multinacionales petroleras? ¿El reduccionismo machista y heteropatriarcal que a la Humanidad condena a una empobrecedora sexualidad binaria?… Nada de todo ello. A los “circulares” les preocupa, eso han observado con ayuda de acutísimo catalejo desde su observatorio privilegiado: “una preocupante pulsión recentralizadora”… acabáramos… asomó al fin la patita el latiguillo “centralizador”…  

Es decir, que la castaña pilonga del “proceso” y todos sus daños colaterales, algunos de los cuales comenzamos justo ahora a vislumbrar, motivan la emisión (o “secreción”) del comunicado “circular”, pero como para disculparse por semejante osadía, por decir la verdad aunque en un tono fufú para que el nacionalismo no monte en cólera, lo arreglan metiéndole un alfilerazo en el ojo, no sabemos a quién, a cuenta de una supuesta “recentralización”. ¿Será ése el motivo verdadero por el que cientos de empresas se dan a la fuga… (el último que apague la luz)…? ¿Por el que Nissan se va de Cataluña poniendo tierra de por medio… (¿Pies para qué os quiero?)…? Sus directivos, reunidos en cónclave, clamaron desgañitados y rasgándose las vestiduras: “¡Nos largamos… no hay quién soporte este infierno de tendencia recentralizadora!”

Esa coletilla “bienqueda” (o sea, “cobardícola”) es el mecanismo compensatorio que han ideado las cavilosas mentes “circulares” para hacerse perdonar la vida y no sufrir los iracundos escraches de los CDR. Amagar y no dar, en misa y repicando las campanas, nadar y guardar la ropa. Como esa jovenzuela que luce tipín con una falda muy cortita y ceñidita y sufre la pobre porque la anda recomponiendo a cada paso para no enseñar un poquito más de lo mucho que enseña, ante el regocijo picarón de algunos transeúntes.

Es llamativo que incluyan la “morcilla recentralizadora” en su comunicado, en velada alusión a “Madrid”, cuando el gobierno de la nación está en manos precisamente de una coalición que no tiene otro programa que contentar, a base de claudicaciones infamantes, a los socios separatistas de la moción de censura contra Rajoy que llevó a Pedro Sánchez a La Moncloa y que votando afirmativamente, o absteniéndose, facilitaron la investidura del interfecto tras las últimas elecciones. Para salpimentar esa “morcilla” podríamos enumerar una larga nómina de concesiones (acercamiento de presos etarras, ataques a la monarquía, etc), pero aquí va una, la última: Celaá, ministra “indocumentaá” de Educación (sic), considera que no es ni necesario ni deseable que los alumnos mallorquines matriculados en la escuela pública estudien al menos un 25 % de las materias en español, lengua oficial, supuestamente, de la nación. Y lengua, por otra parte, que es una de las más importantes del mundo… pues, total… ¿Para qué habríamos de querer para nuestros hijos, sobrinos y nietos, un registro culto y académico en dicha lengua si ya se aprende, más o menos, viendo en la tele las sectarias peroratas que Jorge Javier Vázquez larga en Sálvame (multazo de 800.000 € por pirulear al fisco), comprando hachís al menudeo en la calle o ligando en la disco?

No ha habido evento, ocasión, festival, soirée o vernisage al gusto separatista organizada por La Crida, Òmnium (Òdium), la ANC, la Plataforma Pro-Seleccions Catalanes que recuerde mi menda desde que tiene uso de razón que no haya contado con el patrocinio de las grandes firmas del empresariado autóctono. Allá donde se han lanzado mensajes localistas exacerbados, exabruptos y denuestos contra la idea de España, han estado en tiempo de saludo la flor y nata de las empresas catalanas aportando donativos a manos llenas. Y ahora llegan las lágrimas, esnif, esnif… pero en el comunicado de marras ni una pizca de autocrítica: “Señores (y señoras, claro es), lo admitimos, hemos besado con unción el trasero al nacionalismo… como esos ósculos indecentes que las brujas depositaban, hito obligado del aquelarre, en el pestilente ano del macho cabrío… y acaso habría sido preferible plantarse y no aflojar la mosca tan alegremente a esos fanáticos descerebrados”. Nada, nunca han roto plato esos angelitos.

¿Irán los “circulares” en procesión, con el rabo entre las piernas, no se sabe muy bien a dónde, como en su día fue la alta burguesía catalana (La Lliga), aquellos que de chiripa salvaron el pellejo, a implorar a Franco que les devolviera las “fabriquetas” incautadas por el Frente Popular? ¿Se repetirán andanzas y semblanzas como las de Félix Millet que, años más tarde de unirse a los nacionales en Burgos, fundó Òmnium (Òdium) y Banca Catalana? No parece que su avispado heredero, Félix Millet Tusell, quede en disposición de replicar gesta semejante en el tramo final de su vida, condenado como ha sido por la escandalosa gestión de la fundación del “Palau de la Música» en comandita con la nomenclatura de la extinta CDC (hoy PDECAT, o cosa parecida).

Quien afirme que con la cobardía y con la indignidad por banderas nada se consigue, se equivocará de medio a medio. Los “circulares” han logrado lo que nadie hasta la fecha: la cuadratura del Círculo. Con un par. No en vano le dan una patada al desleal gobierno de la región, aunque no por desleal sino por incapaz, en el culo… ¿Del gobierno de la nación?… Negativo, pues es tan afecto al separatismo como el anterior, o cuando menos tan intenso en su desprecio a España como nación… ¿De ese ente fantasmagórico llamado “Madrid” que sirve para excusarse de cualquier desatino propio?… Lo mismo da que da lo mismo. A mí plim, esa gente no entra en mi “círculo” de confianza, de modo que se metan sus ficticias “amenazas recentralizadoras” donde les quepan… y les caben, pues se han ejercitado durante 40 años con verdadera profusión en las heterodoxas artes de la mamporrería al servicio del nacionalismo.

Palangana o jofaina de lupanar, estilo imperio: nuevo logotipo “circular” del Círculo de Economía

Fray Junqueras

A su dilatado currículum, Oriol Junqueras podrá sumar en breve su fichaje como lego archivero del monasterio de Poblet, donde reposan los restos de varios reyes de la Corona de Aragón, entre ellos Fernando de Antequera, el primero de la, por los nacionalistas, denostada dinastía de Trastámara (el malhadado “Compromiso de Caspe”), y el padre de Fernando el Católico, Juan II. Oriol Junqueras ha pedido plaza como becario-“monaguillo” (ya fue lo entrecomillado en su más tierna infancia), para gulusmear entre los libros de la biblioteca monacal y los legajos y documentos que allí abundan y todos de gran interés para un licenciado en Historia, como es su caso.

De ese modo se ejercitará en elevadas tareas espirituales. La cercanía de los monjes será todo un estímulo para el primoroso cultivo del conocimiento. Cierto que las autoridades regionales con jurisdicción en la materia acaban de concederle el tercer grado (*), de modo que por dar un golpe de estado, aunque la condena es a 12 años de reclusión mayor por “sedición ensoñadora”, ha cumplido 9 meses, lo que un embarazo, y ya nadie sabe de cierto si regresará a su celda… uno de esos horripilantes tabucos de pavimento disforme y enladrillado para dificultar la deambulación del reo y con el camastro inclinado 20º para impedir la conciliación del sueño, como los que instaló el sádico chequista Alfonso Laurencic en los preventorios milicianos de la retaguardia en Barcelona (argumento para una asquerosa peli de cine gore).

 Celda de la que ha salido Junqueras, lo hemos visto días atrás en la prensa gráfica, en un estado de forma deplorable, consumido, macilento, demacrado, todo él huesos y pellejo, fruto de un régimen represivo e inhumano, sometido a trabajos forzados y a una dieta de hambre que ni la de Rull & Turull (véase “Picapleitos Forn”), como recién liberado de un confinamiento terrorífico en Berger-Belsen. Vilipendiado, humillado y machacado por la España inquisitorial. La realidad, sota, caballo, rey, es bien distinta a la transmitida por esas instantáneas fraudulentas retocadas con fotoshop por los inescrupulosos agentes del CNI en las que el desdichado Junqueras recupera parcialmente su libertad con porte abacial… y oronda panza, como la de uno de esos frailes ferósticos y sodomitas que desfilan por la versión fílmica de “El nombre de la rosa”. 

Es conocida la afición de Junqueras a la materia eclesiástica. Me dicen que llegó a ingresar en el seminario, pero lo ignoro. De ser cierto ya sabríamos de dónde procedería su impenitente nacionalismo localista, pues el clero diocesano es en Cataluña uno de su viveros de mayor solera, hasta el punto que, fatigado de curas “trabucaires” que enlodan campanarios con banderones estrellados, y necesitado de una iglesia en la que rezar tanto como de un rey al que servir, sopeso muy seriamente la posibilidad de abandonar la fraternal grey católica y probar fortuna bajo el patriarcado ortodoxo de Serbia, si tiene a bien admitirme en su seno. También hemos visto, suma y sigue, a Junqueras blandiendo cirio pascual en una procesión en Sant Vicenç dels Horts, localidad de la que fue alcalde.  

Pero desconocíamos su querencia, un pelín necrófila, por la monarquía sepulcral, acaso porque como dirigente republicano considera que el mejor emplazamiento para el soberano es el mausoleo, previo paso por la guillotina, que no el trono. O quizás abriga Junqueras, íntima, secretamente, esa pretensión inherente al “personalismo carpetovetónico”, que no individualismo, del que hablara con perspicacia Caro Baroja, de proclamarse “califa en lugar del califa” y fundar algún día una dinastía propia, toda vez que por diferentes causas la otrora idolatrada dinastía de los Pujol ha caído en desgracia (aunque TV3 dedique documentales a los chanchullos de Juan Carlos I y en cambio pase de puntillas sobre los turbios e incontables manejos del padre de la patria y de su numerosa prole). Junqueras, pues, ataviado con cetro, corona y capa de armiño, eso sí, amplia como el entoldado de un circo itinerante para así rodear todo su perímetro.

Vale que la proximidad de Junqueras a los restos “majestalicios” habría de alarmar a los espíritus templados de entre quienes andan algo versados en Historia de España, pues gato escaldado del agua templada huye. Es sabido que en 1936 los milicianos destacados al monasterio de Santa María de Ripoll, fundado en tiempos de Wilfredo (o Godofredo) el Velloso, para, supuestamente, salvaguardar los objetos de culto y arte de la ira incendiaria de las turbas, reinterpretaron sobre la marcha su cometido y devastaron el templo cuanto pudieron, profanando las tumbas de los condes de Barcelona y de Besalú, y siendo arrojadas al río Ter, por esos hampones y perdularios de pistolón al cinto, algunas de tan venerables osamentas. ¿Anduvo entre esa gentuza el tristemente célebre Cojo de Málaga? Mejor sería que el licenciado Junqueras desconociera ese episodio de la Guerra Civil por no incurrir en la tentación de repetirlo. Afortunadamente, el río que fluye por las inmediaciones del monasterio de Poblet recibe el nombre de río “Sec” (Seco).  

Que en Cataluña se desploman las vocaciones, es sabido, los seminarios andan flojos en “matriculaciones” y faltan ministros que atiendan las parroquias. Es la consecuencia de supeditar una religión que se intitula universal a los dictados de esa otra que es el nacionalismo irredento. De modo que los fieles huyen de los templos, unos porque no quieren rezar por la pronta liberación de los reos golpistas, pues rezaríamos de grado por todo lo contrario, y otros porque, puestos a rendir pleitesía al ídolo “estrellado”, mejor lo hacen desde asociaciones o partidos políticos, que no en una capilla, donde medrar u obtener alguna recompensa en el siglo.

Por todo ello Junqueras será bienvenido en Poblet, como refuerzo estructural de plantilla que, a mayor abundamiento, abulta lo suyo y ocupa el espacio de dos o tres novicias. A Dios gracias, Santi Millán y José Corbacho, que se forran trabajando en las televisiones privadas de ámbito nacional fingiéndose campechanos humoristas (también Silvia Abril, señora del resbaladizo Buenafuente), ya no tendrán que declarar en los medios locales (cuando no les ven los espectadores de Atresmedia o de Mediaset) que se les abren las carnes cuando visitan a su buen amigo Junqueras entre rejas, sometido a esas severísimas condiciones penitenciarias, rayanas en la esclavitud.

(*) Pero ahora van y se lo quitan (el tercer grado) por decisión de altas instancias judiciales. Un pasito “p’alante”, un pasito “p’atrás”. La comedia continúa… de modo que a Santi Millán, José Corbacho y Silvia Abril no les quedarán más bemoles que volver a Lledoners, y esta vez tirando por el camino de en medio, con una lima disimulada en el bocata de mortadela.

Indepe «NN» y/o internacionalista

El desparrame “procesual” embota, quieras que no, el entendimiento. A unos más que a otros, pero embotar, embota. La extraña hibridación del autodenominado “indepe no nacionalista” (“indepe NN, e incluso “internacionalista”) nos trae a las mientes aquella patraña del “federalismo asimétrico” (ocurrente y pre-senil maragallada). En la misma categoría de paradójicos artefactos tendría cabida una fórmula del tipo “desigualdad igualitaria”, por ejemplo. Es el gusto moderno por el oxímoron, tropismo retórico que le da un aire como de erudita y penetrantísima acuidad a cualquier reflexión. Cultive usted el oxímoron y pasará por persona culta y de chispeante ingenio.

Lo cierto es que todos hemos conocido en estos últimos años de melonadas, pamemas y desvaríos incontables a conocidos (amigos, parientes, vecinos, “compañeros” de trabajo y espontáneos que te asaltan por la calle) que se proclaman “indepes NN” y, por ello, simpatizantes y/o votantes de CUP o de ECP (o sea, de Inmacul-Ada Colau). Muchos de ellos tienen el español como lengua familiar, no te lo pierdas. No es tarea sencilla desasnar a un asno, por eso ha de bastarnos con describir el fenómeno. Además, es la “asnidad” lo que hace del asno una criatura simpática y entrañable (es el caso de la famosa y “asnoterapéutica” burrita Baldomera con miles de seguidores en Facebook).

En este mundo nuestro, el independentismo (catalán, escocés o canaco) tiene por objeto la separación de un territorio dado de una nación o estado preexistente para constituir uno nuevo que, ineludiblemente, habrá de gozar de reconocimiento internacional. Pero hagamos un pequeño alto: precisamente los votantes de CUP y/o Colau (también los de CDC, o como se llamen ahora, si ellos mismos lo saben, PNV, BNG -be-ene-gé-, Compromís, etc), es decir, toda la enervante y cansina caterva de paleto-particularismos localistas, consideran que España “no es una nación”, sino un caduco cachivache de orden jurídico-político, un engendro de abortorio para ahogar precisamente las legítimas aspiraciones de naciones que sí lo son (Galicia, Cataluña o El Bierzo Libre): lo mismo que España no (la ya Hispania romana o la de la monarquía visigoda), aquéllas sí, que es lo mismo que éstas sí y aquélla no, que diría el cómico. Luego España, y no quiero pasar por plomizo ergotizador, que no es nación, no puede suscitar entre sus “nacionales” ningún genuino sentimiento nacional. Sólo han de gozar los suyos, por tratarse de artificiosa nación, de sentimientos impostados, como ese falso amor que se declara en un bar de copas a altas horas de la madrugada para echar un polvo de ocasión.

España, para los “indepes NN”, habría de ser su paraíso en la Tierra, el espejo donde mirarse, pues goza de independencia formal (aunque sometida a mandato externo, como habremos de ver con los así llamados “fondos europeos de reconstrucción por la incidencia del coronavirus”), es admitida como igual en el concierto de las naciones y, ahí está el busilis de la cuestión, no es una nación… y, por eso, en puridad, no habría de contar con nacionalistas entre su indocto paisanaje. ¿No es eso lo que quieren?… De hecho España es quizá el país occidental que cuenta con mayor número de nacionales extrañados de su propio país, es decir, de nacionales que reniegan de su nacionalidad, varios millones, si bien es cierto que ninguno de ellos renuncia, por dignidad y coherencia, a las ventajas que de su “forzada” nacionalidad obtiene.

Para la generalidad de los “indepes NN” o “indepes internacionalistas”, España no es tal sino “Estado español”, así le llaman… de modo que tomarse molestias para proclamar otro en las mismas condiciones es un trabajo superfluo e innecesario, pues hay que recordar a esos lumbreras que la independencia política para un grupo integrado por algo más de 7 millones de personas consiste en eso precisamente, en la creación de un nuevo estado con sus fronteras, sus ministerios, su policía, su ejército y su oficina de desempleo, etc, que no en la fundación de un club de petanca, de un “esbart dansaire” o una sociedad gastronómica.  

¿Será la propia “invertebración” de España, socorrida tesis de Ortega y Gasset… nación antigua, fatigada, y modernamente sin nervio y con unas élites dirigentes absentistas y desconectadas de la realidad del país y un paisanaje desagregado por la carencia de conductas ejemplares a imitar… una de las causas de la irrupción de compactos batallones de auténticos tontos de baba que pretenden poner estados nuevos en el mapa, nuevas fronteras, nuevos pasaportes, sin naciones previas que los configuren?

Leídas tiempo atrás unas declaraciones de Rufián, palanganero del nacionalismo (“charnego” repudiado en las «redes sociales» por la facción más etnicista del secesionismo aborigen), donde blasonaba de su independentismo al tiempo que se desdecía de toda veleidad nacionalista. Mensaje que también han emitido dirigentes de CUP, menos mediáticos que el portavoz parlamentario de ERC, y del partido de Colau, el Podemos autóctono. No son nacionalistas… pero, mira tú por dónde, actúan como tales, como si lo fueran. No falla. Siempre a favor de esa delirante payasada de la inmersión lingüística en la escuela pública (a la que no llevan a sus hijos, si pueden), de la más burda propaganda en TV3, de la apertura de ruinosas embajadillas, lo mismo en Tokio que en Timbuctú, de las inconcebibles multas a los comercios rotulados en español (ya extinguidos, como los dinosaurios), etc. Es decir, los “indepes NN” reeditan la bochornosa ejecutoria de la coalición ICV-Els Verds: que no era nacionalista, o eso decían sus voceros a los incautos, pero siempre alineada con ellos en toda ley de materia que podríamos llamar “identitaria”. Siempre.

Mención para un amigo, aficionado taurino (me sacó entrada para ver a José Tomás en La Monumental y me invitó a un puro habano de ritual en el tendido, ojo, un Montecristo (*)), también a un recital flamenco con, atenta la guardia, el llorado El Chocolate y Rancapino en el programa, contrario a la inmersión obligatoria en la escuela y al adoctrinamiento nacionalista, y hoy en lucha bajo la bandera de CC.OO (sindicato suscriptor de aquel engrudo estercóreo del Pacte Nacional pel Dret a Decidir) contra la inevitable deslocalización de una empresa automovilística. Me decía, pues era votante de ICV, que el citado partido, por todo lo enumerado, tenía un problema. Negativo, el problema lo tenía él… que, sabiéndolo o no, votaba a los nacionalistas, incluso contra sus propios principios. Amigo, ya somos mayorcitos… así que a otro perro con ese hueso. Lógicamente, nada ha aprendido, permanece enrocado es sus errores y ahora vota a Podemos, pues en Podemos se integraron IU y ese apósito del nacionalismo que siempre fue ICV. Es lo que tiene trabajar en una cadena de montaje y votar al partido de Janet Sanz, la socia de la Colau: “Hay que repensar (o sea, “liquidar”) la industria de la automoción”. ¿De qué te sorprendes, querido mío?

El enlabio imposible del “independentismo no nacionalista”, además de una contradicción en los términos, no es más que un cebo para atraer a la causa nacionalista a personas que nunca lo han sido, por lo general largando eslóganes (que no argumentos) economicistas como el de “España nos roba”. Y, funciona. Hay casos, no pocos, y menús para todos los paladares… y quienes andan dispuestos a hozar en ese comistrajo inmundo de entre los tribunos de pacotilla que sientan cátedra en bares y cafeterías parloteando tan campanudamente de las corruptelas capitalinas y de las naranjas de Rita Barberá, pero se tientan la ropa antes de hablar del latrocinio sistemático perpetrado durante décadas por el clan Pujol (oficialmente «organización criminal»), artífice máximo de todo este sindiós que es hoy Cataluña… pues a saber entonces quién diantre está escuchando.

¿Qué sentido tiene romper un estado que, como España, “no es nación” para construir otro más pequeño e inevitablemente dotarlo de parecidas estructuras a las del estado matriz (tarea en la que han avanzado mucho, durante décadas, lo mismo los sucesivos gobiernos nacionalistas que los tripartitos de izquierdas infeudados a dicha ideología) en aras de un separatismo que, inaudito, no se sustenta en sentimientos nacionales?

Esta deriva tan absurda como irresponsable podría conducirnos a una suerte de mitosis mundial enloquecida, donde, por la misma regla de tres, no siendo naciones y sus naturales (comarcanos) no nacionalistas, pero sí independentistas, se proclamara la independencia del Alentejo, de la Toscana, de la Provenza, de Pomerania o de las islas Eolias, o, por estas latitudes, de las comarcas de La Garrocha o del Bajo Llobregat y así hasta llegar a la finca de vecinos del número 13 de la calle del Percebe. De suerte que el “independentismo internacionalista” que avala la conversión de territorios sin sustancia nacional en estados soberanos, majadería que a no pocos botarates se les cae de la boca, tendría un efecto fractal paroxístico… el de la eclosión planetaria de esa anacronía feudalizante de infinitesimales reinos de taifas que tuvimos y tenemos en España. ¿Qué aquí no cabe un tonto más? Falso. El nuestro es un país no muy densamente poblado: de modo que hay plazas vacantes para más “indepes NN”. Pasen y vean.

(*) Este amigo, por aquel entonces, me hablaba mucho de la relación entre algo llamado “la izquierda ilustrada” y el mundo de la tauromaquia, es decir, de Lorca (“Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”), de Picasso, Hemingway, o de la gran afición de Sabina. En la izquierda ilustrada, en su versión actualizada, podríamos incluir a Banderas, ese gran actor que blasona siempre de su españolía, honorífico caballero legionario y, cómo no, aficionado taurino, amén de embajador por “antoniomasia” de la lengua española de la que es cerrado paladín… razón por la que manifestó en cierta ocasión que de vivir en Cataluña votaría a ICV-Els Verds, partido favorable a esa coña infumable de la inmersión obligatoria en la escuela… (como que fueron pedagogos (sic) afines al PSUC sus promotores allá por los años 70 del pasado siglo)… y, por ende, de la práctica desaparición de la lengua española en las aulas catalanas, queridísimo y tontuelísimo don Antonio.  

La bonita historia de amor de Ismael y Baldomera, la burra ...

Baldomera: “Soy burra, pero que muy burra… pero no tanto como para hacerme indepe NN”.

¡Soy Pipi Calzaslargas!

¡Soy Pipi Langstrump, pipilota para los niños soy…! ¿Quién no recuerda la simpática tonadilla que daba pie a un nuevo episodio televisivo de ese diablillo pecoso y pelirrojo? Cuando niños, nos encantaba el personaje: era valiente, osada, no temía a nada ni a nadie, acompañada de un monito, a lomos de un caballo y amiga de un capitán pirata. Intrépida como ninguna, vivía mil aventuras, era un alma justiciera y socorría siempre a los más débiles. Jo, qué niña… una auténtica polvorilla, un perdigoncillo rebelde y contestón. Y además lucía unas pintas llamativas, con sus graciosas trenzas, tan exótica… para mí tengo que Nina Hagen, la princesa del punk centroeuropeo, se inspiró en Pipi Calzaslargas para componer su provocativo look sobre los escenarios.

Me ha llegado que Pipi Langstrump devino icono feminista, como arquetipo naif de supernena, de mujercita empoderada. Será verdad, pero ni eso la ha librado de la pujante oleada de radicalismo iluminado e intransigente que azota este descacharrado mundo. En efecto, en Suecia ha sido “sambenitada” (como se decía en tiempos de la Inquisición) de racista y xenófoba, y prohibida la reposición de sus episodios. No es una coña marinera: ni estoy trompa ni me he metido un tripi. Si los ojos le salen de las órbitas, vuélvalos a sus cuencas de un palmetazo, pues cometió Pipi la imprudencia de decir en una secuencia que jugaría “a poner ojitos de chinito”… nunca hiciera tal cosa. Para dar mendaz forma a los tales, tiró de ellos con los índices para almendrarlos en un divertimento inocuo y pueril. Si hubiera jugado “a poner ojitos rasgados”, nada habría sucedido, pero de ese modo ha desatado la fulgurante intolerancia de la enloquecida y ultraortodoxa progresía rendida al movimiento “Blacks Lives Matter, BLM)” que ya se ha salido con la suya y ha retirado “Lo que el viento se llevó” de la plataforma HBO y derribado estatuas erigidas en memoria de Colón, fray Junípero Serra e incluso de Cervantes con la excusa de la esclavitud y del supremacismo blanco.

Soy feo, calvo, bigotudo, sufro de hemorroides, se me junta pelusilla en el ombligo y, pincelada final, años ha me salió un golondrino en el sobaco (una dolencia que sólo padecemos los pinchaúvas, impropia de gente refinada y de buena cuna)… pero no soy «progre» y por ello doy gracias a Dios. Ahora la progresía más desorejada, tras el caso de brutalidad policial que le ha costado la vida a George Floyd, arremete contra todo lo que se menea y en su opinión supone la persistencia de un racismo dominante, secuela indeleble del imperialismo colonialista. Si a George Floyd le hubiera matado un poli negro (un afroamericano, que se dice ahora… como en su día una ocurrente reportera «depuso» en TV aquello de “un subsahariano de nacionalidad dominicana”) no se habría armado tanto revuelo.

En todo caso, parecen decirnos esas eminencias iconoclastas que arrasan como una columna de bulldozers con la estatuaria de medio mundo, siguiendo el magisterio de los talibanes contra los budas colosales de Bamiyán, que a los negros les asiste el derecho a matar y matarse… pero sólo entre ellos, como sucediera en Ruanda entre hutus y tutsis, casi un millón de fiambres en apenas unos días despedazados a machetazos, sin disparar un tiro. No te digo ya si los cafre-yihadistas de Boko Haram secuestran y asesinan en Nigeria a nativos, negros también, de la minoría cristiana: entonces los progres se licuan de placer. A colación de esto último habría que recordar a la nomenclatura de BLM que los árabes y nativos islamizados fueron eslabón fundamental en el engranaje de las capturas de las redes esclavistas que sojuzgaron a no pocas tribus africanas, de modo que, en aras de una mínima congruencia, habrían, asimismo, de canalizar su ira devastadora contra minaretes y mezquitas (ahora también Santa Sofía en Estambul), habida cuenta que el arte escultórico es rehén en el islam de drásticas restricciones.   

Ese febril y mórbido “revisionismo BLM” podría acabar con la práctica totalidad del legado cultural de Occidente, una civilización, según ilustres pesimistas, condenada al suicidio y a la desaparición (empezando por el tectónico e insuperado ensayo de Spengler, de amena lectura por cierto). Uno de los hitos a demoler con excavadoras o potentísimas cargas de C-4 en los cimientos sería, sin duda, el Coliseo de Roma, pues allí confluían prisioneros de guerra, sacas de esclavos de las ergástulas y otros desgraciados para gaudio y expansión de la plebe (panem et circenses) que por lo común eran pasto de las fieras o de los aclamados gladiadores. También los cristianos primitivos derramaron su sangre en la arena, pero es obvio que por ellos los progres no van a elevar airadas y retrospectivas protestas.

Y he dicho Coliseo, que no pirámides de Egipto, mayas o aztecas, o templos incaicos erigidos a latigazos también y convertidos en símbolos respectivos del dominio de poderosos imperios que sometían a tribus periféricas para bonitamente ejecutar sangrientos rituales eviscerando víctimas propiciatorias. ¿Por qué unos sí y otros no? Una chica, portavoz del movimiento, lo explicó en un informativo: incas y aztecas fueron derrotados por los conquistadores occidentales y por ello no hay huella en la actualidad de aquella antigua hegemonía y porque el mundo opresivo e injusto en el que vivimos es legado exclusivo de la civilización judeo-cristiana, blanca y occidental… toma castaña. En otras palabras, que a la memoria de olmecas, chichimecas, y de otros pueblos aplastados por las tiranías heliólatras del Cuzco y de Tenochtitlán, le den por donde amargan los pepinos. Receta para infartar a la criatura: el recomendabilísimo visionado de Apocalypto, de Mel Gibson, para que a la doña y a la progresía criolla les dé la erisipela. Qué trepidante peliculón.

Todo este desparrame “monumental”, nunca mejor dicho, trae consecuencias y comoquiera que la estupidez se difunde en ondas (principio que no fue contemplado por Marco Cipolla en “La leyes fundamentales de la estupidez humana”), ha dado lugar a un hecho verdaderamente insólito: incluso el cuentista de Noam Chomsky, amigo de cuanta cochambre intelectual y política se excreta en este ancho mundo, admirador incondicional de ETA, cómo no, ha firmado un manifiesto solicitando contención y cautela a los nuevos bárbaros de la izquierda mundial… ¡Cómo estará la cosa para que el solicitadísimo conferenciante pretenda embridar a sus desmelenados alumnos!

Otra de las consecuencias es el debate que la desatada fobia colombina ha propiciado en las filas del separatismo, pues mientras CUP es partidario de derribar la estatua de Colón, los chifletas de INH (que no es una cadena hotelera sino el subvencionado Institut de Nova Història) se oponen a quermés semejante, pues no en vano, según sus sesudas investigaciones, Colón era catalán y zarpó de la playa de Pals (que no de Palos) y estaba destinado desde la cuna a descubrir América para los europeos (continente que habría de llevar no el nombre del explorador Vespucio, sino el de Nova Catalunya, of course) y de ese modo traer, ni plata ni oro, sino capazos a rebosar de tomates en las bodegas de sus navíos para inventar el “pantumaca”. Esta reyerta intestina de nuestro nacionalismo cejijunto demuestra que estamos incardinados en las regiones centrales del mundo y que todas las polémicas habidas tienen aquí réplica y asiento. Cataluña, pues, no está en las lindes de la civilización, sino en la almendra, en el meollo del poder planetario.

Pierdan toda esperanza de que las hordas flagelantes contra el racismo exijan el cambio de nombre de la calle dedicada por el consistorio de Barcelona a ese paleto malhumorado de Sabino Arana (y de paso la “limpia” de medio nomenclátor urbano, infestado de racistas autóctonos) o que SOS Racisme repruebe a Quim Torra por sus devaneos genetistas (baches en el ADN y lengua de las bestias taradas). Antes de que la intemperancia de los nuevos hunos (o mejor de “unos”, pues muy capaces son de escribirlo sin hache) se module y devenga mayoritario paradigma de lo políticamente correcto, me bajaría de matute, de los “interneles”, la filmografía completa de John Ford, por ejemplo, que pronto engrosará la lista negra de autores prohibidos, pues si un género fílmico peligra es el de los clásicos del western. No dudaría tampoco en agenciarme un ejemplar de “Kim de la India” de Rudyard Kipling, antes de que Fahrenheit 451 sea realidad. Y apunten Conguitos en la lista de la compra, no sea que mañana retiren la golosina imperialista de las estanterías. Me comeré unos cuantos canturreando la tonadilla de Pipi Calzaslargas lo más cerca que pueda de uno de eso botarates para amargarle el día o para chinchar a la bellísima Susana Griso.

No despediré esta festiva “tractorada” sin invitarles a que contemplen, acaso por última vez en esta vida y en la otra, un fragmento inolvidable de “Murieron con las botas puestas”, de Raoul Walsh, donde Errol Flynn, en el papel del imbécil y suicida del general Custer, a poco de ser derrotado en Little Bighorn, adopta como himno para el 7º de Caballería de Michigan la canción irlandesa Garry Owen, que un buen día silbamos todos arrebatados de heroicas ensoñaciones infantiles. Cabe decir que, como todos aquellos que en su impostada juventud rebelde y levantisca corrieron delante de los “grises” cuando es público y notorio que andaban detrás de las chicas en minifalda fumándose un canuto, ahora resulta que todos, siendo niños, preferíamos los indios a los “panzas azules”, con sus relucientes sables desenvainados y sus uniformes como de húsares del lejano Oeste, tomando cacillos de ponche y bailando con señoritas elegantes y bellísimas antes de la carga definitiva a galope tendido.   

El huevo de la serpiente (¡Otra vez!)

Me apuesto los bigotes a que la película de Ingmar Bergman (proyectada en el ciclo de cine de la Asociación por la Tolerancia) es la que ha dado pie a titular más artículos de opinión que ninguna otra, por lo que tiene de brumosa, turbia e inquietante aruspicina. Tiro de tópico fílmico y éste es mi envite: inevitablemente la fracción más exaltada del nacionalismo (exaltada y decepcionada con la marcha del interminable y soporífero “procés”) se inclinará a no mucho tardar por el terrorismo, que en TV3, RAC-1 y otros medios pedisecuos del separatismo (desconexión regional de TVE) llamarán, cómo no, “lucha armada”. Es cuestión de tiempo, no demasiado. Y es de cajón, de una diabólica e implacable lógica interna.

Primero, va de suyo, es preciso crear el discurso de la necesidad de la violencia como medio imprescindible para la supervivencia de un pueblo sojuzgado, y ese discurso está hecho: pues cuando te sermonean día y noche diciendo que “España te roba”, “España es una potencia ocupante”, “España es represión”, e incluso “España nos contamina(*)” pasando a los nativos mantas infectadas por el coronavirus (como hacían los yanquis para diezmar la población india confinada en las reservas contagiando de gripe a caso hecho), alzarte en armas contra ella y erosionarla mediante atentados selectivos es casi un imperativo moral. ¿Quién habría de extrañarse por ello con el sinfín de perrerías anteriormente enumeradas a las que la puta España de los cojones somete a los inocentones aborígenes? Es, pizca más o menos, lo que la teoría del padre Mariana sobre la legitimidad del tiranicidio cuando el gobernante bastardea la moneda (por acuñación masiva y devaluación) y empobrece aún más a la sociedad sometiéndola a injustas y abusivas exacciones. Joan Canadell, presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, sería en el presente caso el insigne referente: “España es paro y muerte”.

Para dar tan siniestro paso hay que barajar algunos condicionantes más. Uno de ellos es la aceptación social del terrorismo ideológico, pues éste ha dejado de ser una lacra, siempre que sea de obediencia nacionalista o de extrema izquierda, y, en cambio, otros supuestos “terrorismos” ocupan su lugar: “el terrorismo machista”, “el climático-ecológico” o “el empresarial”. En esa dirección ya hemos avanzado y mucho. El llamado blanqueamiento de la violencia es un factor básico. Y el mal ya ha sido banalizado (Hannah Arendt). Otegui es “un hombre de paz”, Zapatero dixit. Bildu (Herri Batasuna) “salva” vidas (Ábalos) y es un partido “homologado” en la vida parlamentaria (Idoia Mendía brinda con Otegui tan ricamente) y el gobierno de la nación, y el foral de Navarra, cuentan con Batasuna-Bildu para aprobar decretos o ganarse su abstención como si se tratara de un actor político más. Es decir, hoy busco el apoyo de C’s para esto, del PP para eso y para aquello otro el de Bildu, chimpún… y los atentados de Hipercor y contra la Casa Cuartel de la Guardia Civil en Vich son agua pasada. Pelillos a la mar.

En clave local, Mónica Terribas babea de lo lindo en un plató de TV3 entrevistando a Otegui, Jair Domínguez dispara contra dianas con la efigie del Rey y de Rajoy, a cuyo trasero adosaría el finado Pepe Rubianes (con calle dedicada en Barcelona) una bomba “para que le cuelguen los cojones de un campanario” (risas y aplausos del público presente), agresiones salvajes a manifestantes constitucionalistas y a las chicas de la Plataforma Pro-Selección Española, llamamientos a la ya mentada “lucha armada” (Albert Donaire, Josep Maria Piqué, Marc Serra), homenajes al terrorista Carles Sastre (“independentista pata negra”, así presentado a la audiencia en un reportaje de la cadena regional, el mismo de los bombazos en el pecho a Bultó y Viola durante la Transición)… y un día veremos, por qué no, a Freddy “Krueger” Bentanachs (fea y despelujada réplica del indio malo de Twin Peaks) de pregonero en las fiestas patronales de Tortellá o de Capolat.

Quiere decirse que el terrorismo y quienes lo practican han sido “normalizados” y no sería aventurado presumir que un considerable porcentaje de nacionalistas exaltados (que a día de hoy lo son casi todos, “exaltados”) y de los extremistas de la izquierda “colau-podemita” que idolatran a Rodrigo Lanza (“Ciutat morta”, documental galardonado en el Festival de Cine de Málaga) y a Alfon (mochilita de paseo con explosivos y metralla), aceptarían de grado la irrupción de un grupo terrorista. Si, a ojo de buen cubero, dijera que un 10-12% de catalanes entenderían y/o aplaudirían la comisión de atentados en pro de la independencia, no me equivocaría de mucho.

¿Cuál habría de ser el detonante? La sensación de fracaso “procesual” que entre no pocos separatistas generan los titubeos de sus dirigentes institucionales. Luchas intestinas, discrepancias entre partidos y siglas, declaraciones contradictorias, dilaciones, cominerías, cansancio… de tal suerte que perciben que la llamada “vía pacífica” invocada una y otra vez no renta los dividendos esperados y no es fórmula ya para alcanzar el preciado objetivo. “Ir de bueno es ir de tonto… no funciona”. “Nos están tomando el pelo, nos han utilizado”. Nada enfurece más la dignidad herida que el ridículo de los propios: es como echar unas gotas de solimán en la llaga purulenta. Y es que han dicho y hecho gansadas a espuertas.

Ahora se trata de cultivar la cantera como ETA tenía su “Lezama” en Jarrai, por ejemplo. Pensemos en todos esos jóvenes CDR (la vanguardia generacional del movimiento, nutrida por los hijos de Quim Torra) educados, sea el caso, en las comarcas de interior, en la Cataluña profunda, desde la más tierna edad en un catalanismo étnico exacerbado y en un persistente odio a España. Acudieron con entusiasmo a las movilizaciones pensando que cambiarían el mundo, que estaban haciendo algo grande… haciendo Historia… algo de lo que sentirse orgullosos para decir mañana a sus hijos y nietos que ellos “estuvieron allí”, que fueron protagonistas.

Esos chicos que quedan con la peña de amigos (la “colla”) en un cobertizo, con la serranía de “Els tres hereus” o el macizo del Pedraforca al fondo, para ensayar música y formar un grupo de pop-rock rural y descubren que son tan malos como los muchos que suenan por cuota en las emisoras de radio subvencionadas. Esos chicos que se toman unas birras y comparten un petardo, saben que no hay nada más sencillo que fabricar un cóctel-molotov o prender fuego a unos neumáticos para cortar una carretera, a guisa de rito de paso conducente, a medio plazo, al disparo en la nuca. Esos chicos que han percibido que con proclamas, por incendiarias que sean, y cabildeos políticos no se llega a otra meta que la frustración… y de golpe se borraron aquellas alegres sonrisas juveniles de las manifestaciones multitudinarias (la revolució dels somriures). Con nada de eso basta, pues hay dinámicas, inercias y servidumbres que no se quebrantan sólo con la palabra.

Esos chicos, en definitiva, que repiten en su fuero interno “no puedo quedarme de brazos cruzados, no puedo fallar a los míos… no quiero que nadie me eche en cara que llegada la hora di un paso atrás… no podría soportar vivir con esa lacra, reprochándome que no fui capaz de comprometerme, de exponerme a cambio de una vida cómoda y regalada, pero sin sustancia, sin correr ningún riesgo”.

De modo que nadie sabe cómo un porcentaje significativo de los integrantes de esa generación aprenderá a gestionar el previsible trauma del “procés” interminable. Las patochadas militaristas del SEM (Servei d’Estudis Militars), donde, eso creo, anda hociqueando ese botarate de Miquel Sellarés, es algo marginal en el seno de la ANC, los “cataborrokas” de Lliris de Foc (Lirios de Fuego) no cuajan, y no es de extrañar con esa cursilada de nombre (bien entendido que siendo la suya una denominación fifí, no quita que si te dan un tiro, mueres lo mismo que si te lo dan los feroces “Tigres de Arkan”).

En definitiva, la retórica de la violencia ya la tenemos instalada entre nosotros. Falta elaborar la dimensión fáctica, épica, aquello de pasar “de las musas al teatro”. Para los más intemperantes, exploradas sin éxito las vías “pacíficas” (que es cuestión de perspectiva, pues sus víctimas potenciales pensamos que van ganando la partida por goleada y que han conseguido muchos de los objetivos codiciados), sólo queda el recurso a la violencia directa, esto es, la creación de una ETA catalana. En sus comunicados comparecerán nuestros “gudaris” nativos encapuchados, sólo que con barretina en lugar de chapela. Y, si nada de “provecho” consiguieran a bombazos y tiroteos, aparte de liquidar a unos cuantos enemigos, con el tiempo y unos giros planetarios de por medio, amén del preceptivo “abandono de las armas”, pasarían a ser “hombres de paz” e interlocutores políticos tan válidos como Bildu… y los “activistas” de los “taldes” aborigenistas apenas cumplirían en presidio una parte ínfima de sus condenas, pues incomprensiblemente, a causa de las dichosas transferencias competenciales (Junqueras & Cia), algunas CCAA mangonean el régimen de permisos penitenciarios.

Ya se resquebraja el cascarón y la negruzca viborilla asoma sus colmillitos mientras tú lees estas líneas. 

(*) Más rocambolesco aún… Empar Moliner, la zumbada de TV3 que quemó un ejemplar de la Constitución en plató, insinúa que el rebrote en las comarcas de Lérida se debe al envío premeditado desde España de inmigrantes infectados por el coronavirus para las tareas frutícolas.

¡A la (puta) cárcel!

Cuántas veces no hemos sintonizado esa meliflua monserga en la línea de odia el delito, compadece al delincuente: “No me gusta que la gente vaya a la cárcel”. Pues, según quién. No me fastidies, si alguien va a la cárcel por el mero hecho de ser “gente”, ni a mí ni a nadie. Pero en cuanto hay motivos poderosos para que un fulano ingrese en prisión, como la bola de billar emboca el camino de la tronera, pues yo, en mi misma y mismosa mismidad, claro que me alegro… ¡No te amuela!

Cuatro años ha tardado en salir la sentencia contra los energúmenos que agredieron salvajemente a las chicas de la Plataforma Pro-Selección Española. Corría el año 2016 cuando Ruth y María Rosa, a las que muchos hemos saludado por su coraje y pundonor en diversos actos, fueron “manadizadas” en la carpa informativa instalada en la avenida Meridiana… insultadas (putas españolas), escupidas, pateadas brutalmente en el suelo por un hatajo de separatistas rabiosos del grupo Desperdicis (toda una definición y declaración de intenciones), hinchas de la UE Sant Andreu y simpatizantes de CUP (incluso, metidos en harina, les robaron objetos personales… unos angelitos).

Las garantías judiciales han de ser todas para los procesados, por supuesto, sólo que choca enormemente que sus señorías, por denso que sea el colapso judicial pre y post-coronavírico, hayan demorado el fallo por ese dilatado espacio de tiempo habida cuenta de la irrefutable nitidez de imágenes y sonidos captados en un video profusamente difundido en medios digitales y que fue aportado en la vista como prueba de cargo. Cuatro años, atenta la guardia.

Se esperan aún esas declaraciones de cercanía y solidaridad para consolar a nuestras apaleadas heroínas por parte de las más reputadas dirigentes femi-podemitas (antes, por error, llamadas «feminazis»). Que Ruth y María Rosa esperen sentadas. Tal cosa no sucederá jamás, pues por animar a España (e informar de las gestiones ante la alcaldesa Colau para que ésta permitiera la retransmisión, en espacio público, de los partidos de nuestra selección en la Eurocopa de Naciones), lucir pulseritas con los colores nacionales y vender pins y camisetas, es evidente que para las “chochopower” empoderadas, nuestras chicas dejaron de ser mujeres para convertirse en vulgares rameras, en furcias arrastradas a las que es lícito golpear, vituperar y cubrir de salivazos. Dejaron de ser mujeres, como en el día de autos berrearon sus victimarios, para convertirse en putas españolas.

Por no perder el hilo de la narración añadiré que no hubo, al fin, permiso municipal, como cabía esperar, pero en descargo de la alcaldesa diré que, en cambio, y a guisa de generosa compensación, sí autorizó a la ANC a retransmitir el ingreso en prisión de los golpistas del 01-0 con pantalla gigante en las inmediaciones del Arco de Triunfo e, ítem más, los aficionados al cricket de las comunidades paquistaní e india avecindados en Barcelona pudieron seguir en La Rambla del Raval el match en la cumbre que enfrentaba a sus respectivas selecciones en la Copa Asia, o evento parecido.  

No me cabe la menor duda de que, por los servicios prestados, los agresores, una vez enjaulados, pues la pena es superior a dos años, de inmediato recibirán entre rejas trato de favor como sucediera con “los Jordis”, Junqueras y el resto de cofrades, pues son la misma camada, aunque con reparto de papeles diferenciado. Mientras los segundos se sitúan en el erudito ámbito de la teoría y de la estrategia, en sus despachos y gabinetes de estudio, categoría en la que entran las prisiones gestionadas por el gobierno regional donde disfrutan de todas las comodidades y de las infraestructuras necesarias para el teletrabajo (concepto tan à la page en la actualidad), los primeros son los esbirros que interpretan los mensajes de la superioridad y los traducen al román paladino a pie de obra, en la calle, ensuciándose las manos con la sangre de sus víctimas.

He consultado un par de medios digitales que se hacen eco de la noticia y he comprobado, para mi sorpresa, que siendo públicas las identidades e imágenes de las agredidas, no lo son en cambio las de los condenados en firme. De tal suerte que de sus nombres (uno de ellos no pisará el trullo porque ha sido condenado a 16 meses) se publican sólo las iniciales y por parte alguna aparecen sus fotografías, burladas al gran público para que este último desconozca el aspecto de los patibularios matones. No sabe uno si se trata de un ejercicio incomprensible de cautelar protección a los malvados o de mera impericia periodística.

Ahora, no obstante, eso no importa. El meollo de la cuestión es que esa gentuza visita chirona, que es donde debe estar por una buena temporada. Y yo me felicito por ello, tanto que me he tomado una copichuela para celebrarlo. Un pelotazo de Gordon’s con un golpe de burbujeante agua tónica. Sé que no es la ginebra más prestigiosa del mundo, pero es que los expertos y sibaritas de refinado paladar ya me tienen un pelín frito con la cantinela ésa de las marcas premium. Con todo no he apurado la botella, pues me reservo otro trago sublime y conmemorativo por si en la revisión del juicio a Rodrigo Lanza, ídolo de la extrema izquierda podemita y cupera, que dejó en estado vegetativo, de una pedrada, a un policía local de Barcelona durante un desalojo “okupa” y asesinó en Zaragoza de un botellazo en la cabeza, a traición, a Víctor Laínez por lucir unos tirantes con los colores nacionales, aumentan esa risible condena a cuatro años fallada en primera instancia… ni tres ni cinco, cuatro.

Hala, «todos a la (puta) cárcel», como en esa peli de Berlanga con el irrepetible José Sazatornil, “Saza”, enseñoreado del coral elenco.

PD.- A cuento del puente medieval de Besalú (véase “Besalú, mon amour”) apréciese en la foto el estado en que quedó esa maravilla arquitectónica tras ser dinamitado por los milicianos en fuga ante el avance de las tropas nacionales. Sin duda creyeron que el caudaloso río Fluviá, con sus corrientes, su profundidad insondable, e infestado de cocodrilos como el río Pisuerga, las detendría indefinidamente. Documento allegado a esta redacción por gentileza del historiador Pere Sureda y de mi admirado amigo Federico Trias De Bes.

 

Bandera-fake para la discordia incivil

Piqué, no el defensa del Barça, sino Josep Maria, edecán del consejero (ministrín) de Interior, Miquel Buch (auténtico fanático nacionalista), invita en un “tuit” ilustrado con la bandera “segundorrepublicana” a ponderar debidamente la llamada “lucha armada” para lograr el ansiado objetivo: la independencia de Cataluña. Con todo, recuerdo al ingenioso asesor, no es la primera vez que el catalanismo milenarista opta por el terrorismo (atentados de EPOCA y Terra Lliure, otrosí de los asesinatos de ETA que siempre, sea el caso de Hipercor, ha matado a favor de todos los separatismos disgregadores).

Algún alma cándida objetará que el belígero asesor de Buch ha errado el tiro al elegir bandera bajo la que formar en compacto batallón, pues lo suyo habría sido exhibir la “estrellada”. Para mí tengo, en cambio, que ha acertado de pleno por diversas razones que paso a enumerar. Primero, la bandera tricolor, mal llamada “republicana”, representa, para ir haciendo boca, la división del país. Y nada mejor para insuflar aires de contienda civil que sembrarla empezando por los símbolos. En efecto, tras proclamarse la I República en el XIX no se cambió bandera alguna, tan sólo se sustituyó la corona del escudo, la dinástica o regia, por una mural. La bandera de la I República es rojigualda. Que es, ni más ni menos, lo que ha sucedido en muchos países que proclamaron repúblicas tras derrocar monarquías, sea el caso de Portugal, Italia, Grecia o Rumanía. Que ha bastado con ligeros retoques salvaguardando el formato y los colores, pues se ha entendido que el país, la nación, preexiste y/o trasciende a los diversos regímenes y que por ello la bandera ha de ser sustancialmente la misma, y que lo otro son ganas de generar discordia gratuita.

La “segundorrepublicana” ondeó como enseña oficial durante cinco años en parte del territorio nacional y hasta ocho en algunos casos, según las vicisitudes de la Guerra Civil. Ineluctablemente, dicha bandera quedará por siempre asociada a una época oscura que culminó en aquella devastadora tragedia. Ítem más, hace unas fechas, la versión digital del diario ABC publicó un artículo hallado en el Archivo Histórico Nacional de la pluma de quien fuera uno de los militares más representativos del bando republicano, el general Vicente Rojo:

“El cambio de la bandera constituyó un grave error (…) La tricolor no nació del pueblo, sino de una minoría sectaria (…) Fue una decisión arbitraria para hacer prevalecer las ideas de la República por encima de las ideas de Nación y Patria”.

Por si ello no bastara, es sabido que el diseño de esa bandera fatídica nació, además, de un flagrante error llamado “decoloración” de pigmentos por el tiempo y las condiciones ambientales. Creo, si no yerro, que la ocurrencia fue de Lerroux (se admiten correcciones) al contemplar un cuadro donde ondeaban estandartes morados junto a los Comuneros de Castilla enfrentados a Carlos I de España. Había que incorporar, pues, el color de sus pendones, a guisa de franja, en la enseña nacional para enfatizar el rechazo a la monarquía pensando en el advenimiento de un régimen republicano… sólo que esas banderas eran mendazmente moradas por la deficiente conservación del lienzo, pues siempre fueron coloradas las banderas de Castilla. 

En resumidas cuentas, aunque por ella dieran su vida muchas personas con dignidad y heroísmo, pero no pocas valiéndose de la misma para perpetrar crímenes horrendos contra población desarmada (milicianos chequistas de partidos políticos y sindicatos), la “segundorrepublicana” es, desde una perspectiva histórica, un disparatado fraude, una fake-bandera.

En la actualidad, la “segundorrepublicana” la vemos siempre, además de en el cartel de Piqué llamando a la balacera, o en la muñeca, formato pulserita, de la ministra de igualdad, la señora Montero, que ostenta esa dignidad, quién lo duda, por méritos propios y sobrada capacitación, y no por ser la churri de Pablo Iglesias, en las manis “femipodemitas” y de las centrales sindicales mayoritarias (aunque en realidad minoritarias, pues la afiliación apenas alcanza al 10% de los trabajadores)… siempre al lado, como dama de compañía, de todas las banderas separatistas que en España son, sin descuidar la de la hoz y el martillo. No falla: siempre machihembrada a quienes vociferan de manera vehemente e inequívoca su odio a España. Y esa, pretenden algunos que sea la bandera de todos los españoles. Por el contrario, cuando el paisanaje acude por sí mismo, sea el caso, a un estadio para animar a las selecciones deportivas nacionales, sin mediar en dicha convocatoria mandato u orientación ideológica de terceros, lleva la que siente suya, la que identifica con su país: la bandera de verdad, la bandera nacional.

Una de las especies que circulan por ahí, y que te sueltan como latiguillo aquellos españoles que no se sienten tales, es que “de la bandera española nos hemos apropiado los fachas”. La solución es sencilla y bien a mano la tienen: basta con que disputen su usufructo en supuesto régimen de monopolio, que la reivindiquen y en adelante la usen (y besen con unción) ellos también. De hecho, y harto de oír ese remoquete cansino, siempre llevo conmigo una pulserita sobrante con los colores nacionales para obsequiar al primero de ellos que me atice ese manido reproche. Dudo que la desinteresada dádiva fuera aceptada, pero no es trapaza mala para desenmascarar su falaz argumento. Sucede en realidad que en el fondo desean que, como ellos, no la usáramos jamás y la genuina bandera española quedara proscrita para los restos y de ese modo sustituirla por la suya.   

Por todo lo dicho, Piqué la clava cuando recurre a esa bandera guerracivilista que jamás llamaré “republicana”, sino “segundorrepublicana”, pues ni el sincero republicanismo habría de representar, quedando para banderín de enganche de sectarios de la extrema izquierda y, como el interfecto, de separatistas contumaces, es decir, de esas gentes que cuando nos largan esa memez de “la otra España posible”, se refieren únicamente a la desmembración y destrucción de España, porque nada quieren saber de España tal cual ha sido y es.

Por ponerle una pega, decirle a Piqué que la citada bandera no existía, es de cajón, en 1808 (véase el “tuit” anexo), refiriéndose a eso que los nacionalistas llaman “la guerra del francés”… intencional gazapo de los publicistas del Frente Popular que Piqué reproduce tontunamente. Las que se opusieron al ejército napoleónico no fueron otras que la nacional y la bandera cuatribarrada, sin aditamentos estrellados, y que hoy ha caído en desuso en Cataluña a causa del “procés” lobotomizador.

Respeto y memoria para aquellos que murieron por una causa, excluidos por descontado quienes cometieron toda suerte de desmanes en retaguardia, bien como instigadores o bien como mano ejecutora. Habrá que decirle a ese engallado cagatintas de Piqué, pues eso es, un burócrata entre cientos, un enchufado más de la mesocracia ultracatalanista que ha generado el nacionalismo hegemónico durante décadas, tanto si sabe manejar un fusil como el del cartel del que presume encampanado como un matasiete, como si la única arma que ha empuñado en su vida es una carabina de aire comprimido en la barraca de la feria, que por esa bandera, cuyo mejor destino es una urna de metacrilato para coleccionistas de curiosidades vexilológicas… no muera nadie nunca más. Y que si tanto le gusta, llegado el día, la use como sudario, para él o para su canario. Y que Piqué y sus cofrades (pro-etarras, separatistas y esbirros de regímenes bolivarianos) se abstengan de decirnos a los españoles cuál ha de ser nuestra bandera, pues ya tenemos una… preciosa, por cierto.

Doblaje malaje

Traduttore, traditore, así reza el dicho. Sentencia que cobra más significado que nunca en el doblaje de películas, y con más motivo cuando se trata de TV3 que es, sin duda, una de las herramientas más tóxicas, no sé si eficaz, pues en principio basta con no sintonizarla, con la que cuentan los nacionalistas para envenenar al segmento más lanar del paisanaje. Tóxica y cara, pues nos sale la factura, veámosla o no, por una millonada anual. No quieras saber, pues, el acumulado desde el día en que comenzaron sus emisiones allá por septiembre de 1983.

El día de autos nos retrotrae un par de años, acaso alguno más. Aquella noche, como decimos tan a menudo, no “echaban nada potable por la tele”, nada que fuera de nuestro interés, del mío y del de la autoridad conyugal… salvo una película española protagonizada por Javier Cámara, destinado desde la cuna al séptimo arte (chiste malo), y el argentino Ricardo Darín y programada, miau, quise decir guau (por lo que se verá), en el canal autonómico. Tras la plaqueta, Cesc Gay, director de la muy estimable “En la ciudad”, que no es poco por tratarse de una película española contemporánea.

No es frecuente que dicho canal proyecte películas españolas, salvo que producción, director, actores y localizaciones sea todo made in Catalonia, circunstancia que no le tengo en cuenta al ente público, pues no soy siquiera espectador ocasional de la cadena, con la excepción de los pronósticos meteo que, por una cuestión de cercanía geográfica y de supuesta precisión me obligan a ver, lo repito: me obligan… al tiempo que mi desapego del cine español actual es casi absoluto, por su calidad deficiente y por la tendencia al sermoneo sectario de muchos de sus protagonistas (actores y directores: bodrio “galas Goya”). No participo en absoluto de esa suerte de “patriotismo cinematográfico” al que son afectos todos los progres que conozco, que cantan mil alabanzas de nuestro (su) cine y te instan a verlo en un formato casi imperativo, “hay que ver cine español”… exactamente los mismos que abjuran de España, de su nombre, de su bandera, de los símbolos nacionales y de todo aquello que les recuerda ese malhadado país del que no se sienten nacionales, sea el caso de Fernando Trueba, sin ir más lejos. Se limpian el trasero con todo lo español, salvo con el cine, mira tú qué cosa.

Pero en ocasiones TV3 programa una peli española, claro es, si existe una versión doblada íntegramente al catalán. Siempre bajo ese restrictivo precepto idiomático. Tengo entendido que las “teles” de aquellas regiones en las que existe una lengua co-oficial, no sólo emiten parte de su programación en la lengua común, si no que muchas de sus películas, de factura nacional o extranjera, son proyectadas en V.O o dobladas al español, lo mismo “telegaita” que “telechapela”, por ejemplo, y a nadie por ello, sean “ceibes” o “abertzales”, se le salen las tripas. Vaya por delante que profeso a esas cadenas la misma o parecida estima que a TV3: ninguna.

Proyectaron “Truman”, una dramedy con los actores citados y el perrito de uno de ellos, Truman, el “prota” canino, guau, guau. Echando un somero vistazo a la cinta comprobé dos cosas, que Javier Cámara se doblaba a sí mismo, y no lo hizo nada mal, por cierto, y que a Ricardo Darín, que siempre habla con su atractivo acento porteño, seña de identidad, pues no tiene otro, le doblaba al catalán un actor desconocido: chúpate ésa. Es decir, TV3 no podía consentir que en su emisión se colara la voz original del actor argentino. Repito: no podía consentir que en horario prime time unas frases en español, siquiera con ese deje bonaerense, agredieran los castos oídos de su refinada audiencia.

Ese requisito de edición y emisión, salta a la vista, desvirtúa la peli por “castración”. Constituye un horripilante e innecesario atentado cinematográfico, que vale por artístico. Un desatino, una chufla, una patarata fílmica de primera. Resulta chocante que los actores españoles se presten a ser doblados por otros, o a doblarse a sí propios, cuando la película es distribuida o proyectada en algunas regiones de España, pues en español son entendidos a la perfección por todos los espectadores nacionales, cual sea su lugar de nacimiento o residencia. Hecho que va en detrimento de eso que reclaman tan a menudo los cinéfilos más ortodoxos: el deseable “visionado” de las obras en su versión original. Javier Cámara (destinado desde el bautismo a la mayordomía o ayudantía, segundo chiste malo a su costa) se aviene a semejante pampirolada. Con su pan se lo coma… ¿Se doblará a sí mismo en silbo gomero si las pelis en las que interviene se exhiben en Muyayo-TV?

Pero no es el único. También lo hemos visto hacer recientemente a Luis Tosar en “La sombra de la ley”, una boñiga importante emitida en la antedicha cadena hace muy pocas fechas. De Tosar sorprende menos, pues el actor gallego, si no han remitido sus pulsiones onano-localistas, ha sido militante y candidato de BNG (pronúnciese be-ene-gé) en las elecciones europeas de 2004 por la coalición Galeusca (junto a CiU y PNV). No sabemos si la delicada mano de Marta Etura ha servido estos años para calmar a la fiera particularista amorrada con tesón al dulcísono pitorro de la gaita. En todo caso, ya están separados… así es la vida. En resumidas cuentas, que en la peli que da pie a esta tractorada fue Truman, el perrito, el único que no consintió en ser bastardeado por un doblaje estúpido: guau, guau. Truman, guapetón, yo te saludo.     

 No hemos de perder la esperanza, hay que pensar a lo grande y ser positivo. Por esa razón sueño… ¿Es tanto pedir?… con un país sin televisiones autonómicas. A veces es preciso dejar cosas en el camino, sobre todo si nada aportan al colectivo y cuestan mucho. ¿Alguien podría darme la mastodóntica cifra, siquiera aproximada, de los millones que ha sumado hasta el presente la agregación de las partidas presupuestarias asignadas a las tele-taifas… (y sus déficits acumulados)… a todas, incluidas Tele-Ceuta, si existe, y Tele-Madrid? Y eso sin contar las cadenas municipales que también llevan lo suyo, sea el caso de TV Balaguer, de la que ya se habló, o la supersectaria “Tele-Colau (BTV)”.   

En la última década hemos vivido y más o menos superado devastadoras crisis económicas e índices de paro superiores al 25% de la población activa, sangrientos atentados terroristas, huelgas generales, la depauperación de la escuela pública, la chufla ésa de la inmersión lingüística obligatoria (rectifico, estos dos últimos ítems no se superan nunca, son dos constantes matemáticas), el coronavirus, o eso dicen, gracias a la “habilísima” gestión gubernamental, recitales de Nùria Feliu y Lluis Llach (de familia tradicionalista e hijo de un alcalde franquista de Verges, provincia de Gerona), lo mismo solitos que a dúo (abracadabrante tostón) o las ramplonas peroratas, maniqueas y banderizas, de Jorge Javier Vázquez en Telecinco (el Torquemada LGTBi)… y el mundo gira, a la noche sigue el día, los hijos crecen y las madres envejecen… ¿Quién dice que no superaríamos mañana una parrilla televisiva sin TV3, ETB, CanalSur o Tele-Murcia? ¿Por qué no?… Querer es poder.  

Seve, un perrito esquimal amante del puré de castañas, ladra que él no se deja doblar, que su “guau” es el mismo en Calatayud que en Pekín (excursión a Sant Joan de l’Erm).

Besalú, mon amour

Cuántas veces no recurren los famosos al fotoshop para salir más guapetones en las revistas. Son las exigencias del papel cuché. Es la tiranía de la imagen, que no permite ni una arruguita en la frente, ni un gracioso hoyuelo celulítico en los cachetes de una de esas divas de pacotilla que colonizan los llamados programas “del corazón”. Las hay muy retocadas y que rejuvenecen un montón de años, tanto si pasan por el quirófano como si el bisturí se aplica durante la edición del fotomontaje. Con todo, los años nunca se esfuman, como reza el viejo proverbio chino: “Los años que cumplen las mujeres nunca se pierden, pues los que una se quita se los pone a su mejor amiga”. Pizca más o menos lo que establece la ley Lavoisier-Lomonosov: “La materia (por los años) ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”.

El fotoshop aplicado a la política tiene también su trayectoria. Fue Stalin uno de sus promotores más decididos, pues no en vano los agentes del GPU (luego NKVD) retocaban aplicadamente las fotos de grupo en las que figuraba el matarife georgiano junto a alguno de sus camaradas de Politburó eliminado en las sucesivas purgas regimentales. Había que borrar toda huella de cercanía que relacionara a la víctima, por lo general acusada de espionaje, desviacionismo o de actividades antisoviéticas, con el sanguinario dictador. Aunque, a su manera, esa versión de la desmemoria histórica, de tan rabiosa actualidad, ya se practicó en la antigua Roma mediante la damnatio memoriae… fórmula consistente en arrasar con bustos de patricios, cónsules, senadores o tribunos caídos en desgracia y, a mayor abundamiento, borrados sus nombres de los anales históricos. Y más recientemente la Wikipedia, según leemos en un diario digital, que se ha apresurado a reconvertir la organización terrorista FRAP, donde en tiempos militó el padre de Pablo Iglesias, en una ONG dedicada a sanar leprosos en Calcuta. Lo que a no mucho tardar veremos con ETA, pues ahora, a través de sus herederos políticos, Bildu (es decir, Herri Batasuna), “salva vidas”, según el ministro Ábalos. Diréis cosas que nos helarán la sangre… cumplida profecía de la madre de Joseba Pagazaurtundúa.

Algo así le sucedió años atrás a Manolo Chaves, entonces Presidente de la Junta de Andalucía, cuando ordenó eliminar de una foto a uno de sus secuaces implicado en el caso de los ERE fraudulentos (“son cuatro golfos”, nos dijeron). Que el técnico no anduvo muy fino, alguna manzanilla de más, y entre las cinco personas de la instantánea sumaban una docena de piernas. Pero el caso más llamativo, por lo que a nosotros concierne, es el de la sensacional mudanza de la bella y monumental villa de Besalú (Gerona), donde hoy se detiene nuestro tractor, como en otras ocasiones lo hizo en Balaguer, Vich y Tortosa.

En efecto, Besalú conserva su fachada y su skyline cien por cien medieval. Es una auténtica maravilla, si han tenido la fortuna de huronear por sus calles y plazas empedradas. Besalú pertenece a la comarca de La Garrocha, o sea, la misma que fue sobrevolada por los cazabombarderos del Ejército español que debían lanzar sus pepinazos de fósforo y napalm sobre Riudaura, según denunció Raül Romeva en el parlamento europeo (véase “El más idiota”). El puente de arcos fortificado es una de sus estampas más fotogénicas, así como el paseo orillero del río Fluviá o los restos arqueológicos de los baños rituales de la fe mosaica. Una auténtica joya de nuestro patrimonio histórico-artístico.   

Hete aquí que nos sorprende la pandemia coronavírica y lo deja todo con el culo al aire. “Nos sorprende” porque se negó la gravedad de la crisis sanitaria que se avecinaba para, a fin de cuentas, permitir la mani “chochopower” del 8-M, vector básico de la acción gubernamental. En esto de negar crisis ya atesoramos experiencia, pues lo mismo sucedió con la económica de 2008 (Pedro Solbes vs Pizarro), cuando la demora en tomar medidas causó en España una recesión muy superior a la registrada en otros países de nuestro entorno. Pues ahora, parecidamente, sólo que en esta fase de confinamiento los desempleados son sustituidos por cadáveres. Bien entendido que en la fase próxima de la pandemia, es decir, la crisis económica que asoma en el horizonte de la llamada Nueva Normalidad (que suena a la NEP, Nueva Política Económica, oportunista rectificación doctrinal del período leninista), los desempleados tomarán a su vez el relevo a los fiambres en las falsas estadísticas oficiales. Quítate tú que me pongo yo.

A lo que vamos, llega la pandemia y se van los turistas. Huyen de nosotros como de la peste y porque en el país que peor ha gestionado esta plaga, encima, se les impone una “quincena” si quieren venir (una “cuarentena” de 15 días, para entendernos). Por esa razón, algunos se las prometen felices, sea la alcaldesa Colau y su alegre troupe (véase “El turismo accidental”). Y Torra y su arlequín del ramo, David Font, un tipo que se pasa el día tuiteando mil perrerías contra España, caen en la cuenta que hogaño la campaña vacacional es una incógnita. ¿De dónde sacamos la clientela? No hay vuelta de hoja, qué remedio… de la puta España, nuestro odiado país vecino y opresor.

Y entonces descubrimos estupefactos que en la torre del puente románico de Besalú, donde se asentaba la alcabala y se tributaba en tiempos por derecho de portazgo, gravamen feudal sobre las mercancías que entraban o salían de la villa, han desaparecido por arte de birli birloque lazos amarillos y pancartas pro-presos golpistas. Ver para creer, ni con los siete ojos, o arcos, del puente medieval. Pero que nadie se llame a engaño, los sectarios aditamentos que afean el puente, patrimonio de todos, siguen allí por voluntad expresa del consistorio y de no pocos de sus vecinos abducidos, por mucho spot de chichinabo que nos aticen por TV.

El lema de la campaña es, átame esa mosca por el rabo, “Catalunya es tu casa”, con versión en español para atraer al “turismo doméstico” (David Font), ese idioma del demonio (Samantha Gilabert, OT), o el mismo que hablan las bestias taradas (Quim Torra). De modo que ahora no toca que Inés Arrimadas, a punto de dar a luz, se regrese para siempre a la puta Cádiz de la que nunca debió salir (Nuria de Gispert), sino que se traiga de vacaciones a toda su parentela… que le den morcilla a las playas de Zahara de los Atunes y a la sierra de Grazalema… y de ese modo todo su clan medio agitanado de españolazos tiñosos, esos “desestructurados” andaluces (Jordi Pujol), se pasee por los rincones pintorescos de Besalú y se deje sus dineros en los comercios, fondas y heladerías regentados, a saber, por no pocos de esos nativos de “socarrel” (honda raigambre) que odian a muerte a España y a los españoles y dan mayorías hegemónicas, en las elecciones locales, a los partidos separatistas. Un agradable paseo, pero, eso sí, con banderitas estrelladas en balconadas y en espacios públicos.

Así que este año no se esperan, al decir de la “promo”, cruces amarillas en los arenales de las playas catalanas, como otrora sucediera en Canet de Mar o en Vilasar, ni que el dueño, entorno de CUP, de un restaurant de Ripoll, “La Barricona”, eche a los comensales que se aventuren en su establecimiento con un polo ribeteado con los colores nacionales. Este año no, que sus monedas compensarán de sobra la pestilencia de sus mal digeridos garbanzos (semanario Cu-cut! -1902/1912-… o el odio como arraigada tradición “doméstica”).

Foto, descubra las siete diferencias, publicada por el digital Dolça Catalunya

La semilla del diablo

“Tractorada” a de JC (antes del Jodido Coronavirus)

Tiempo ha sustituí mis pelis favoritas en VHS por el formato DVD. Ahora se trata de cambiar el obsoleto DVD por descargas en un aparatejo de almacenaje masivo tipo USB. Con las siglas y las tecnologías uno se hace con el pichelo un lío. Me topé con una de las llamadas imprescindibles, “La semilla del diablo”, de Roman Polanski. Recuerdo perfectamente la melodía escalofriante que acompaña los primeros fotogramas, “El bebé de Rose Mary”, una canción de cuna como para no dormir. La cámara nos lleva hasta el mítico edificio Dakota, junto a Central Park, donde vive el matrimonio encarnado por Mia Farrow y John Cassavetes. Allí mismo, y para reforzar su malditismo, Johnn Lennon fue asesinado en 1980 por uno de sus fans. El título de la peli me hizo pensar, al punto, en dos de las cosas más demoníacas, vale por asquerosas y repugnantes, que he visto en estos últimos años, y he visto unas cuantas.

En esa suerte de top two (*), figura en el lugar más destacado un “tuit” del círculo podemita de Vallekas (con “k” muy “kaprina”), replicado alegremente por su eurodiputado Miguel Urbán, facción “anticapi”, con motivo del atentado islamista perpetrado en Niza (2016) aprovechando la festividad del 14 de julio. Murieron atropelladas 86 personas y hubo docenas de heridos. Los podemitas “vallekanos” tuitearon, ja, ja, ja, “que no fue atentado sino incidente de tráfico”. Un año más tarde se repitió el modus operandi en Las Ramblas de Barcelona, balance mucho más modesto, 17 víctimas mortales, pero no el “tuit vallekano”, por lo que los seguidores en las redes del partido morado perdieron una buena ocasión para echar unas risas. O cuando los hijos superan la pestilente obra de su padre.

A poca distancia, soplándole la nuca, cabalga el aclamado y parnasiano poeta García Montero, ex candidato de IU a la Comunidad de Madrid y en la actualidad flamante Director del Instituto Cervantes, quien redactó el artículo “Todos somos Ana Julia”, por Ana Julia Quezada, la asesina del niño Gabriel Cruz de ocho años… crimen perpetrado en una pedanía del municipio de Níjar (Almería). Si los interfectos se permiten licencias de esa laya, demostrando que de casta le viene al galgo, por qué no, me dije, urdir un ditirámbico elogio de Satanás, el Príncipe de las Tinieblas. Figúrate.

Pensando en todo ello he llegado a la conclusión de que entre los comunistas confesos (García Montero, Podemos-Vallekas) por un lado, y Satanás por otro, me quedo con este último. No es preciso aquí recurrir al argumento genocida, a las docenas de millones de personas asesinadas por el comunismo en el siglo XX a lo largo y ancho de este mundo (sin descontar, desde luego, esas docenas de miles asesinadas por los milicianos, no sólo comunistas, en la retaguardia republicana contra población no combatiente en nuestra Guerra Civil).

Si bien es cierto que el comunismo necesita forzosamente, y así lo dicen a las claras sus más eximios teóricos, del terror, de la matanza a gran escala, de la purga masiva para erigir una sociedad nueva, del hambre programada para confinar a la población en una existencia precarizada mediante la repartición de víveres con cartillas de racionamiento y condicionadas a la fidelidad al partido (Holomodor, 1932/1933), no hay que deducir de ello que el comunismo obedece a una suerte de gran plan de inspiración satánica, o establecer apresuradas analogías entre dicha ideología y el Maligno ni siquiera por la comunidad de intereses en la difusión del mal y del sufrimiento. Comparar a los comunistas con Satanás es insultante… para Satanás, por supuesto.

Satanás, de entrada, no es lo que llamarían algunos un “anti-sistema”, pues no lo discute (el sistema), ni por ello te sermonea. Cierto que comparte algunos rasgos de conducta con los tales, pero si se decide a “ocupar” tu casa, lo hace sin la “k” execrable de los protegidos de Ada Colau, ni pretende discutir la legítima propiedad de la vivienda. Como mucho te enciende y apaga las luces alocadamente o te cambia las sillas de lugar o te pone cabeza abajo un crucifijo, si es que tienes uno clavado en la pared. Es decir, Satanás no aspira a cambiar el sistema, con la zurribanda de asonadas, altercados, tumultos, atropellos y asesinatos que conlleva, ni a erigir una Humanidad Nueva, haciendo tabla rasa de la anterior mediante la eliminación física de diversos segmentos de la sociedad precedente, modelo camboyano. Satanás aspira a encarnar la figura del “enemigo necesario” y en su caso “eterno”, enmendando por ampliación la teoría política de Carl Schmitt.  

Satanás se conforma con estar en el rincón opuesto del cuadrilátero e intercambiar golpes sin bajar los brazos. Eso sí, jamás tirará la toalla, pues Satanás nunca duerme. Sabe que está escrito que perderá el combate, pero lo hará con honor, presentando batalla en cada asalto, como George Foreman en Kinshasa a Cassius Clay, peleando a cara de perro por cada alma que pueda arrebatar. Pues eso es exactamente lo que codicia, el alma humana, pero de una en una, partido a partido, que diría Cholo Simeone. Su victoria pasa por comparecer siempre en el campo del honor (donde crecen las berzas galantes).

Satanás es un ingrediente, y de los importantes, de la civilización occidental (y de otras muchas, lo mismo Eblis, que Moloch, Tanit o Pazuzu)… y es una figura pedagógica de primer rango, pues sus maldades sin cuento, sus iniquidades, tentador y corruptor de gentes virtuosas, andanzas y asechanzas macabras y de variada índole, sirven para delimitar los senderos que las personas de bien no deben transitar bajo ninguna circunstancia so pena de perderse en el páramo maldito y vagar errabundas por los siglos de los siglos. Cree en la trascendencia del alma, pues sin almas a tiro que empozar de vicios y pervertir para toda la eternidad va directo al paro, no es un materialista ni determinista, ni dialéctico, ni ateo, por la cuenta que le trae, y tiene un lugar entre nosotros desde la noche de los tiempos, habitando ese territorio ambiguo y transfronterizo, difuminado e impreciso entre “lo sagrado y lo profano” de que habla Mircea Eliade, uno de los mayores eruditos de la Historia comparada de las religiones.

Satanás es un firme defensor, en eso coincidimos al ciento por cien, del inalienable derecho a la propiedad que para los comunistas, “exprópiese, exprópiese”, es usurpación. La prueba la tenemos en esa maravillosa película, “El exorcista”, de William Friedkin, cuando el maligno se enseñorea de la niña Regan (Linda Blair) y le dice a su oponente, el sacerdote y arqueólogo Lancaster Merrin (Max Von Sidow), durante el duelo final por el alma de esa criatura (un western insuperable): “Esta cerda es mía (“mía”, posesivo)”… luego las cosas tangibles y lo que podríamos llamar “lo intangible”, siempre que sea nominado, conceptuado, han de ser de alguien. En definitiva, discute al propietario, pero no la propiedad. Satanás, Robert de Niro, en esa maravillosa película titulada “El corazón del ángel”, de Alan Parker, contrata a un detective, Mickey Rourke, en el mejor papel de su carrera, y, en sus narices, en el banco de una iglesia a guisa de oficina ambulante, se come su alma, simbolizada por un huevo cocido, la que no recuerda que le vendió tras ser gravemente herido en la guerra.

En resumen, sostengo que Satanás está en un plano de superioridad moral y espiritual con relación al comunismo, pues, si las consideramos separadamente, las iniquidades del primero podrían explicar la existencia de los comunistas como un producto más, y qué producto, de su injuriosa industria, pero no a la inversa, pues Satán les precede, acumula más trienios de antigüedad, siguiendo el esquema de la causa incausada. El gulag, el“laogai (o gulag maoísta)” y la “checa” son la prueba de que Satán hace su trabajo… también lo serían, por supuesto, los campos de exterminio nazis, y añado esto último porque aún hoy parece obligado aludir a los nazis si pretendes siquiera citar de pasada los crímenes del comunismo, no sea que surja el “podemoide” de turno que te eche en cara que hablando de unos, ocultas los otros. Nada más lejos de la realidad, pero es cierto que mientras el horripilante capítulo escrito por los nazis es autónomo, el de los comunistas no lo es gracias a la intelectualidad europea y a progres de toda laya, y su relato precisa de tan siniestra dama de compañía. Para los progres, más importante que el asesinato a gran escala, es la identidad, la filiación ideológica del autor.

En cualquier caso, esa mugre de la Historia de la Humanidad que es el comunismo no denota, ni revela, ni insta a la existencia de Satanás, tan sólo a la incapacidad del ser humano para gestionar ese don, no sabemos si divino o humano, que es la libertad y que aterra como un nublado a los podemitas “vallekanos”. Bueno, de Vallecas, o de donde sea. Y, a mayor abundamiento, Satanás es hispanohablante… lo que nos faltaba… será por aquello del don de lenguas (poliglotia repentina) de las personas exorcizadas, o eso dice una de las concursantes de esa castaña pilonga de OT (“Operación Triunfo”, TVE) que obedece al nombre de Samantha Gilabert, militante de la rama valenciana de Arran: “(…) Nunca he hablado en español, ese idioma del demonio”. Razón por la que, a la vuelta de unos años, con toda seguridad, la individua en cuestión nos representará en el festival de Eurovisión (véase “Ésa es la actitud”).

Conste en acta que no he pretendido en esta tractorada “demonizar” el comunismo, pues eso valdría por “elevar espiritualmente” una doctrina fundamentada en el crimen, en la masacre por segmentos sociales, que codicia, entre otras cosas, “rebajar materialmente” las condiciones de vida del ser humano. Y si no lo pretende, lo consigue siempre: no falla. ¿Qué por qué le he dedicado una tractorada a esa gentuza y no al cocodrilo del río Pisuerga?… Porque nos mandan, porque son gobierno y en sus manos están nuestras vidas y haciendas, y el futuro de nuestros hijos, sobrinos y nietos.

(*) Por entonces Clara Ponsatí,desde Escocia, no había expelido vía “tuit” la ventosidad moral, ja, ja, “De Madrid al cielo”, a cuenta de la mortandad provocada en la capital por el covid-19; anécdota que refleja la verdadera altura de miras de las personas contagiadas por esa mugre y roña pestilente que es el nacionalismo catalán, más repugnante que otros, es cierto, pero es el nuestro. Luego, uno de sus conmilitones, un tal Bru Esteve, colaborador de Catalunya Ràdio, superó la apuesta… “de Madrid al hielo”, ingenioso comentario por los cadáveres de la pandemia trasladados al Palacio de Hielo de la capital, poco antes de que la diferida mortandad en Cataluña con relación a Madrid se disparara en unos días y le borrase la sonrisa de los labios a ese sujeto.

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