Semanas atrás publicaron una curiosa noticia sobre nuestros antepasados. Al parecer la Humanidad, hace miles de años, anduvo a un tris de colapsar. Fuimos una especie en muy serio peligro de extinción, como hoy el lince ibérico o el tigre de Sumatra. Los estudiosos nos dicen que apenas quedaban 1.200 individuos en el ancho mundo. Ni 1.100, ni 1.300. Tal cual: 1.200. Sorprende esa precisión milimétrica en el censo de especímenes. Tiene uno la sensación de que la cuadrilla de paleoantropólogos se paseó cueva por cueva, de uno a otro confín, llamando a la puerta y preguntando “¿Vive aquí alguna familia troglodita?”. Y apuntaron en sus cuadernillos a todos los residentes. Se descontaron de uno que andaba despiojándose junto al río. ¿Las razones? Adversidad climática, competencia por la obtención de proteínas animales con otras especies mejor situadas en la cadena trófica, enfermedades, conflictos entre clanes o tribus… un verdadero carrusel de obstáculos.
Pues con esa misma y loabilísima precisión los separatistas catalanes han cifrado en 452.000 millones de euros del hala la deuda que España, y los españoles con ella, tienen contraída con Cataluña. Ni 451.000, ni 453.000. Tal cual: 452.000. En todo caso, calderilla. Lo que usted lleva en el bolsillo para los gastos corrientes del día: el café, la barra de pan y un cucurucho de castañas. Ésa es la cantidad que han puesto los golpistas sobre la mesa para apoyar la investidura de “Pinganillo” Sánchez, ése a quien la gente de bien llama “presidente felón” y ellos, en cambio, y por propio interés, “presidente filón”. Comoquiera que nos dijeron a todas horas en TV3 durante la fase anterior del “proceso” que la deuda neta “España/Cataluña” ascendía a 16.000 millones anuales (las otrora omnipresentes “balanzas fiscales”), quiere decir que el nacionalismo catalán pretende cobrarse de una sentada los últimos 28 años de la esquilma sistemática a que ha sido sometida nuestra desventurada región. Y aún nos hacen un favor porque, indulgentes y compasivos como son, podrían en derecho reclamar no 28, si no 300 años de expolio contumaz, de conformidad con su chapucera historiografía que un día imprimirán por fascículos en la tapa de los yogures “La Fageda”. 300 años que, burla burlando, van para 310 en 2024.
Si procedemos al prorrateo, cada español, excluidos los catalanes, y si las cuentas no fallan, habrá de rascarse el bolsillo por la bonita suma de 11.300 euros para saldar la deuda colosal. De modo que olvídense del próximo veraneo y del máster del niño en el extranjero. El autor del bulo fiscal, dicen, fue Pere Aragonés (nieto del último alcalde franquista de Pineda de Mar): “España nos roba”. La exitosa campaña fue idea suya. Y a esa patraña le dieron cuerda el consejero de Artur Mas, Mascolell, aquel señor con pelos de científico loco del que decían era un economista de prestigio internacional (el mismo que para justificar impagos a funcionarios regionales aludía tan graciosa como eufemísticamente a la expresión “tensiones en la tesorería”), y el “raholiano” Sala i Martí, omnipresente en la cadena regional luciendo sus americanas a colorines, responsable durante una buena temporada de las boyantes y ejemplares finanzas del Barça, ese referente mundial de los valores estrictamente deportivos (para tal región, tal club), el mismo que despotrica contra nuestra bellísima y elegante princesa Leonor equiparándola a la “niña del exorcista”. Bastaría con que Leonor le guiñara un ojo pícaramente a ese mamarracho, la copia mala del payaso de “Micolor”, para que el barbián, dicen que experto en garzonías con becarias y alumnas, la espichara de torrencial espermatorrea.
Pero, hete aquí, que el PSOE (*) sube la apuesta y, como diría el indocumentado de Alberto Garzón (ministro con trayectoria equivalente a la de Máximo Huerta, sólo que aquél desarrolló en cinco años lo que éste último en una semana), “ha proponido” una compensación de 560.000 millones (o 650.000, no recuerda uno la cifra exacta, pero qué más da y a quién coño le importa cuando no saben contar parados, ni muertos por el covid-19). La cantidad ofertada por “Pinganillo” Sánchez incrementaría la deuda individualizada en un 25% hasta la exorbitante cifra de 14.100 euros por barba. La negociación ha ido de esta guisa:
-Dame 452.000 millones.
-¿Pero qué dices, loco?… ¿452.000… sólo?… ¡Te atizo 560.000 y no se hable más!… Pues no soy nadie yo negociando…
El rigor en los cálculos de unos y otros (ahora se habla mucho de la discalculia) es mejorable y en cualquier caso los datos son más falsos que un doblón de aluminio. Tanto que parecen cosa del Intendente de la Guardia Urbana de Barcelona contando manifestantes, por exceso cuando son separatistas y a la baja si son constitucionales, lo mismo a las órdenes de Colau que de Collboni. En definitiva: las magnitudes mensurables no dan tregua. Con el traslado del golpe, vía puente aéreo, de Barcelona a Madrid, los españoles habrán de pagar hasta el fin de los tiempos TV3 y su retahíla de contenidos sectarios e insultantes (audiencias infladas como globos aerostáticos, pues ni los nacionalistas más fanatizados tienen el cuajo, y se entiende, de seguir esa programación repulsiva y lesiva para la salud), las embajadas (a cada paso se abre una nueva, lo mismo en Tambacunda que en Pernambuco), el bodrio liberticida y antipedagógico de la inmersión lingüística en la escuela pública, subvenciones a porrillo a todo tipo de ediciones, lo mismo bibliográficas que discográficas a las que suscriben, por bemoles, a escuelas de primaria, institutos y bibliotecas municipales.
Y a los españoles, paganos de la verbena, no parece importarles demasiado tamaño derroche, encantados como están de hipotecar el futuro de sus hijos, sobrinos y nietos a la mayordomía de los particularismos aborigenistas e insolidarios, pues no en vano, en un sondeo publicado recientemente en un medio digital un 47% de los encuestados está a favor de la investidura de ese filón de felón. Alguien dirá que un 53%, a priori (desconozco la magnitud de los indecisos: “ns/nc”), está en contra y que es más, nada menos que 6 puntos. Un 11%. Sí, pero un 47% es mucho, casi la mitad de la población, lo que nos da una idea muy aproximada del nivel del paisanaje. Un 47% que avala la investidura y, al tiempo, una miríada de secuelas que de ella dimanan, como la amnistía a golpistas de cuello blanco, la malversación de caudales públicos, el desballestamiento definitivo de la independencia judicial, la instauración oficial de derechos civiles y políticos diferenciados, el desparejamiento territorial (el famoso federalismo “asimétrico” propugnado por el PSC en tiempos de Maragall). Es decir, la debacle de la democracia aún en su más laxa versión.
(*) PSOE, franquicia madrileña del PSC, partido que ha abandonado oficialmente “la senda constitucional” sumándose de grado al golpe de octubre de 2017.

“Te lo hago por la cuenta la vieja. Quedamos 1.200 en todo el mundo. Los españoles somos el 0’7% de la población troglodita mundial, esto es, 8 individuos. Nos toca la nadería de 56.500 millones de euros por barba para saldar la “deuda histórica” con Cataluña. ¿Tú sabes cómo está la vida de achuchada? Apenas hay caza, los mamuts en peligro de extinción, la recolección de bayas y frutos silvestres una ruina con el asunto del cambioclimatismo… los dinosaurios llenaron la atmosfera de gas metano y aún lo pagamos… la fabricación de menhires ha caído en picado, las yescas para el fuego, por las nubes… y encima mi hijo se ha hecho “trans” y ahora quiere diseñar conjuntitos de pieles para la próxima temporada de glaciaciones. Bancarrota total… ¿Es que no has oído hablar de la “Gran Depresión del Neolítico Inferior”? Pues que pague tu p*** madre. Olvídate de mí”.
