La «inmersionada» alcaldesa de Montcada

La alcaldesa de Montcada i Reixach es ejemplo viviente del gran éxito de la inmersión lingüística obligatoria en la escuela pública. Es la inmersión encarnada. Y no lo digo yo, lo dice ella. La interfecta, qué mosca le picó, se dirigió en español a los empleados de Nissan “en lucha” por la huida largo tiempo anunciada de la multinacional nipona. En el municipio vallesano, sede de la antigua Motor Ibérica, tiene la empresa automovilística una de sus factorías.

Paréntesis. Sabido es que Nissan se larga a uña de caballo porque no le place que buena parte de su producción pague aranceles, si pretende colocarla en países miembros de la UE, en caso de hacerse efectiva la separación de Cataluña. Nunca se enuncia este argumento, que es el busilis de la cuestión, y nos remiten a más templados sucedáneos del tipo “incertidumbre política y falta de seguridad jurídica”, inherentes a la atorrante monserga “procesual”. Los empleados afectados por la inminente deslocalización sí se han ocupado de difundirlo, a deshora, claro, mediante esos adhesivos que a lo mejor usted ha visto en una farola: PROCESO = CIERRE NISSAN. Esos mismos empleados, dicho sea de paso, afiliados a los “bizcochables” sindicatos que acudieron a golpe de pito a firmar el así llamado “Pacto Nacional por el Derecho a Decidir”, no fuera que al no salir en la foto se quedaran sin las subvenciones de rigor del cacicato autonómico. Luego se subió al carro del desbarajuste Janet Sanz, la segunda de Colau, y clavó en la cerviz del astado un rejón de muerte con la “oportunisísisima” reivindicación de un “replanteamiento integral de la industria automovilística” en Barcelona y comarca “aprovechando” las crisis económica y sanitaria. “Ésta es la nuestra”, se dijo para sus adentros la doña partidaria del “decrecimiento económico”.

La alcaldesa de Montcada, procedente de ICV-Els Verds y ahora “común” (Podemos versión “punto cat”), derramó unas lagrimitas cuando, tras dirigirse en español a los trabajadores de Nissan en una asamblea para insuflarles ánimos en tan duro trance, fue por ello despellejada viva en las redes por los ultramontanos defensores de la pureza idiomática. La munícipe, Laura Campos, afeó al nacionalismo intransigente (perdón por el pleonasmo) las críticas recibidas por esa causa. Lo que nada tuvo de extraño, pues el mismo trato dispensaron los talibanes de “barretina calada” a los representantes de la plantilla que se expresaron en español también ante los medios de comunicación. “Que cierren la factoría”, es decir “Que se jodan”, clamaban airadamente los catalanistas hiperventilados en arremolinados “tuits” al ver en la tele a esos operarios respondiendo a la reportera en la demoníaca lengua de la opresión.

Laura Campos fue, en cambio, acunada compasiva, amorosamente casi, por los pocos medios (todos de nuestro entorno) que se hicieron eco de la noticia, más por enfatizar mediante el contraste la indubitable villanía de sus detractores, supongo, que por verdadera sintonía con la interfecta. Pues en el fondo, sostiene Laurita, que con los trabajadores, comadres, putas y yonquis se puede hablar en español (e incluso con sus convecinos al pedirles el voto en un mitin electoral, pues es aquél el idioma mayoritario en la comarca), pero si la llama TV3 para participar en un debate… hablará en catalán, por supuesto. Esto es, para la alta política, para las cosas serias el catalán por bandera, pues ella es “el espíritu y la letra” de la inmersión, la prueba irrefutable y victoriosa de la culminación del proceso de exclusión del español del mundo educativo (y de la vida institucional) iniciado en 1983 con aquella chicuela, “Norma”… ¿La recuerdan?… “Sóc la Norma”, “El català, cosa de tots!”… Qué ingenua parecía la damisela, mono azul, camiseta amarilla, pelo à la garçonnière y carita de no haber roto un plato en la vida. 

Laura Campos estima oportuno dirigirse en español a los “currelas” de la cadena de montaje, tipos con el culo pelado en la brega fabril… pero no así a los hijos de éstos, si los tienen, cuando calientan pupitre en el aula. ¿Es una medida profiláctica para blindar los aún tiernos tímpanos de las criaturas de los daños irreparables que les causaría la audición de ese idioma maldito?… Laura Campos es una fan de la inmersión en la escuela pública, donde sin duda estudian sus hijos, si ha sido elevada a la dignidad materna. Es sabido que todos los partidarios de la “inmersión”, y, por ende, de la gran “cohesión social” que habilita dicho sistema, se dan de bofetadas, pero a dos manos, oiga, por llevar a sus peques a la “pública” para que se beneficien de las loabilísimas virtudes “inmersoras”. Ha de saber Laurita que aquellos que la abuchean acerbamente, son conspicuos defensores de esa inmersión de la que ella saca pecho y se gloría campanudamente. Conste en acta que fueron pedagogos (sic) afines al PSUC, su partido-nodriza, y conchabados con Jordi Pujol, los muñidores del birrioso y liberticida engendro.

Hete aquí que a Laurita le sale una inesperada competidora por la primacía “inmersora”, y es otra alcaldesa, Nuria Parlón, de Santa Coloma de Gramanet. Nuri, indulgente con los presos “sediciosos” en sus manifestaciones públicas, ha invitado a sus conciudadanos a hablar en catalán a sus propios hijos en toda ocasión, aunque entre los cónyuges lo hagan en español, lo mismo cuando riñen que cuando engendran a su prole… idioma en el que la interfecta, por otra parte, se dirige invariablemente al personal para revalidar las mayorías absolutas del PSC en las elecciones municipales. Confiesa la “parlante” Parlón, hija de la “migrante emigración”, que ella, ése fue el insuperado trauma de su candorosa niñez, hablaba en español con sus papis, claro es, pero ha dado un giro copernicano y ahora lo hace en catalán con sus hijos. De modo que los pequeñuelos “inmersionados”, aunque la española (oficial aún) sea su lengua de referencia familiar, devienen una suerte de pueril avatar del “buen salvaje” de Rousseau en horario lectivo y por ello es preciso preservar su inocencia de corruptoras intromisiones idiomáticas. ¡Son tan pequeñines para envilecerlos enseñándoles el abecedario en lengua española, pobrecitos míos!… A fin de cuentas, ya la aprenderán el día de mañana viendo los programas de entretenimiento de Tele-5 o departiendo con sus camellos cuando acudan a los narcopisos de El Raval (“Ravalpindi”) a pillar papelas de coca o de heroína.

Antaño, en la era “amontillada” (culmen del “charneguismo agradecido”), el ambiente regimental permitía el uso público (televisivo, radiofónico, aunque tasado y a regañadientes), a los adultos, de la inicua lengua colonial… siempre que fueran elementos “políticamente” asimilados, es decir, votantes de esa izquierda lacayuna (PSC e ICV) que luego entrega en bandeja de plata las papeletas cosechadas en Cornellá, Santa Coloma, El Prat, Hospitalet o Montcada (por cerrar el círculo), al nacionalismo o separatismo, que lo mismo es, que es lo mismo. Pero hoy esa pantalla en “Catatònia” ha sido superada y los supremacistas lingüísticos ya no pasan una y le dan palos a mansalva a una camarera del parlamento regional por hablar en español en un reportaje de TV3: “¡Que despidan a esa furcia!”.

O reniegan en arameo contra la citada cadena (cosas veredes), “la nostra”, es decir, “la seva”, por emitir una serie, que llaman “culebrot”, donde varios actores cometen la turpísima osadía de interpretar en español su papel. Si tuviera que apostarme algo, diría que uno de ellos debe de ser el fulano que pasa las pildorillas alucinógenas a la pandilla de chicos que la protagonizan, y otro el energúmeno que sacude a su novia o manifiesta actitudes racistas en cada capítulo, de conformidad con los roles que adjudica TV3% a los chandalas que hablan la lengua foránea por excelencia… pero es un decir, pues no sé ni qué serie es, ni de qué diantre va, ni tengo interés alguno por verla. Y, de buen grado, desintonizaría la cadena, si consintiera la autoridad conyugal. En definitiva, Laurita & Nuri, guapas, meteos la inmersión por donde os quepa…

Perla 17. De la Normalització al negacionisme lingüístic – Perles negres,  Perles blanques

 

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