Sí, otra vez (y esta vez el PP de Badalona)

Es el mejor chiste sobre funcionarios. Vale por decir del manido tópico del proverbial desapego de los funcionarios al trabajo y de su propensión al absentismo inmotivado. Un funcionario se presenta con expresión compungida en su negociado tras varios días ausente y el jefe le dice “Hombre, Requejo, llevamos días sin verle el pelo”… “Jefe”, replica aquél, “es que… ha muerto mi padre”. “¿Otra vez?”, pregunta el jefe sorprendido. Y Requejo, cabizbajo, lo confirma: “Sí, otra vez”.

Sí, el PP lo ha vuelto a hacer. Esta vez en Badalona, de la mano de su alcalde Xavier García Albiol. Es arraigada costumbre en el PP dejar a sus simpatizantes colgados de la brocha y siempre por una inopinada claudicación de los jerarcas del partido, nacionales o regionales, indistintamente, ante la terminología y artefactos ideológicos de la izquierda y de los nacionalistas, también indistintamente. Siempre hay un barón, o baronesa, que ante la última chamuchina conceptual del adversario, experimenta una pulsión centrífuga irresistible que le expulsa al exterior y le incita a abandonar la disciplina del grupo. Comoquiera que el fenómeno es asaz frecuente, lo que hace en realidad es reforzar la connatural “indisciplina” del mismo.

Esto es consecuencia del acomplejamiento de la actual fracción mayoritaria de la derecha ante el separatismo y ante la izquierda nominalmente española, aunque el gentilicio se estrelle abruptamente contra su ejecutoria y desempeño. Y, lo que no es baladí, manifiesta la incapacidad absoluta de esa derecha para consolidar en la práctica política los principios básicos, fundamentales, que habrían de vincularla con lazo estrecho a su electorado. Y, claro es, cada vez que se produce una recaída, su votante entra en pánico y en un estado de desánimo y desasosiego. Esta desazón, una sensación de abandono, de orfandad y de total abatimiento, alcanzó su hora culminante durante el mandato, con mayoría absoluta, de Mariano Rajoy, figura antológica de la desidia, de la cobardía y del tancredismo que no fue capaz de revocar legalmente, siquiera lo intentó, los arracimados estropicios de la era Zapatero, hoy amplificados por su aventajado alumno, Pedro Sánchez. Da en el clavo Rosa Díez diagnosticando una atinada metáfora oncológica: “ZP fue el tumor y su discípulo, la metástasis”.

Acaso no lo pagará García Albiol en las urnas por las características de esos comicios tan específicos, pero las siglas se resentirán, acaso, en las elecciones regionales, pues el partido cae en descrédito ante los suyos y pierde, por su indefinición y su alma pusilánime, la confianza de aquellos a quienes debería defender. El busilis de la cuestión es que el PP de Badalona ha suscrito en el pleno municipal el artefacto denominado “Pacte Nacional per la Llengua” (*), muñido por los separatistas confesos e inconfesos (PSC). Tras esa inopinada maniobra, en una cuestión capital que atañe al fenómeno llamado “proceso de construcción nacional”, antesala de la independencia, no será en adelante tarea fácil distinguir al PSC de “cara de acelga” Illa del PP de Cataluña, cuando menos en Badalona y en lo tocante al fenómeno excluyente y liberticida de las imposiciones lingüísticas.

He de admitir que contaba a García Albiol entre los dirigentes con mayor aplomo del PP regional, y aún a escala nacional junto a Isabel Díaz Ayuso (IDA, según sus detractores). Vamos, que no era uno de esos especímenes blandengues como Guardiola, la lideresa extremeña, o Moreno Bonilla, que no se duele en prendas a la hora de rendir homenaje al chifletas de Blas Infante, o el PP de Melilla, al que no se le ocurre mejor iniciativa que suprimir el 12-O como festivo en la ciudad autónoma y sustituirlo, no es broma, por una fiesta del calendario musulmán, alcanzando un nivel de abyección e infamia antipatrióticas sólo visto en regiones donde el separatismo tiene un significativo respaldo. Y, hablando de lenguas, no puedo dejar sin mención, sería una injusticia, a Prohens, dúctil y maleable como la goma de mascar, que parece que da un pasito adelante, pero luego deshace el camino hecho y da tres pasitos para atrás. Que cuida con mimo y subvenciones millonarias a OCB (Obra Cultural Balear), que es como nuestro Òmnium. Que avanza con paso de tortuga a la hora de reintroducir la lengua española en las aulas mallorquinas, incumpliendo promesas en campaña, y que a día de hoy exige aún el nivel C de catalán para tocar la trompeta en la banda municipal de Capdepera.

Uno se pregunta por qué repajolera razón García Albiol ha dado ese giro copernicano. Quien fuera en su juventud aguerrido pívot (¿pivote?) en las canchas de baloncesto, ahora cobardea en tablas ante el nacionalismo como un toro manso. ¿Qué le habrá impulsado a dar ese paso? Ese alcalde colosal en primera línea de fuego enfrentándose a pecho descubierto a los “okupas”, reprimiendo la venta ilegal callejera e itinerante de los manteros y sin dar tregua a la delincuencia reincidente en aras de la seguridad ciudadana y del respeto a la propiedad. Y enemigo declarado de los “menas”, a menudo “manas” (“mayores no acompañados”, a juzgar por las pruebas antropométricas a las que son sometidos para determinar su edad real… sea el caso del «mena» que violó a una chica en Alcalá de Henares y pasó de los 17 a los 23 años en un santiamén, como por arte de birlibirloque).

La cuestión es que la imagen proyectada a la sociedad por García Albiol como martillo de chorizos y violetas, garante del orden y la ley, le granjeó las simpatías del electorado y en las últimas municipales barrió a sus adversarios. Se llevó, ahí es nada, algo más de 50.000 votos de los 90.000 escrutados. Un mastodóntico 55’73% de los emitidos y la friolera de 18 concejales sobre 27. Y esa proeza en Cataluña con las siglas del PP detrás. Miau. En los comicios anteriores también fue el más votado, pero no le bastó para blandir la vara de burgomaestre. Obtuvo un 37’8% de los votos (37.500) y 11 concejales. Una entente cordial entre socialistas, ERC, los autodenominados “Comunes” y CUP, le barró el paso a la alcaldía. En aquella ocasión, ojo al dato, participaron cien mil avecindados en la localidad… quiere decirse que con más abstención, unos diez mil electores menos, ganó la friolera de trece mil votos. Ya digo: una machada.

No hace falta ser un sesudo analista para ver que muchos simpatizantes de sus oponentes pasaron a la abstención e incluso pescó miles de votos en caladeros ajenos, harto el personal de la inseguridad ciudadana que se vive en la conurbación metropolitana de Barcelona. De lo contrario no darían las cuentas para explicar terremoto semejante. Por bueno que sea su desempeño al frente del consistorio (el ejercicio del poder desgasta inexorablemente), parece difícil que en una próxima convocatoria mejore o incluso mantenga un resultado tan avasallador. Siendo la restitución del orden en la calle el acicate principal para votarle, es dudoso que pueda captar más voluntades con el mismo discurso, pues por ahí ya lo ha ganado todo, pero sí probable, eso barrunta, perder algunas en favor de formaciones con un mensaje más expeditivo, sea el caso de Vox. De modo, que los votos que se pierdan por ese flanco, pretende compensarlos por otro.

La izquierda anda lejos, es la sensación dominante, de hacerle sombra, ni siquiera presentándose toda ella en una candidatura conjunta liderada por uno de los hijos más ilustres de la ciudad, “Jorgeja” (Jorge Javier Vázquez), esa especie de sátiro televisivo de facciones mutantes adherido como una escrófula a los más basurientos contenidos de la tele. El interfecto haría las veces de un Rufián en Santa Coloma por ERC o del bizarro personaje que dice llamarse Bob Pop, un fantoche que se postula por los “Comunes” para sustituir a Ada “Flotilla” Colau, madrileño de cuna y cuyas nauseabundas declaraciones provocan un efecto emético inmediato. La distancia abisal entre García Albiol y esta tropa heterogénea no la arregla, a corto plazo, ni un sondeo de Tezanos.

En estos últimos meses ha irrumpido con fuerza demoscópica Aliança Catalana, el partido nacionalista más escorado a la derecha, y haría al caso dedicar a este pujante fenómeno una futura tractorada. Silvia Orriols gana clientela a capazos entre el electorado separatista y aunque rasca votos a todos, es evidente que, por vecindad en el espectro ideológico, el principal damnificado será el partido de Puigdemont. Ese trasvase que se avizora en el horizonte se evidenciará especialmente en las elecciones de ámbito local y regional. El roto a Junts, nos dicen las encuestas, hará época y ahí anda García Albiol con la caña a punto para llevarse, o eso cree, esos centenares de votos más moderados de los antiguos convergentes que, por cierto pudor, se resistan a echarse en brazos de los extremistas de AC. Y de ese modo compensar las fugas de papeletas hacia Vox que podrían comprometer la revalidación de su holgada mayoría absoluta. Y si no es por el apuntado esbozo de cálculo electoral, que me aspen sí sé por qué narices García Albiol, suscribiéndose a ese birrioso pacto lingüístico al gusto ultranacionalista, comete una falta burda y antideportiva que le inhabilita, a mi juicio, para continuar en la cancha.

 (*) Pacto Nacional por la Lengua  

   ¿Qué tal, chicos? No os esperabais ese tapón con rodillazo en las pelotas incluido…

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar