La denominada, por nuestros aborigenistas iracundos, “Catalunya Nord”, comarcas incluidas en el departamento francés de Los Pirineos Orientales, es, más allá de una división administrativa, y de unos territorios codiciados por el separatismo, la circunscripción electoral donde hoy barren las candidaturas de Marine Le Pen. Lo mismo da que sean comicios municipales, regionales, legislativos que europeos. La “Catalunya Nord”, erre que erre, una y otra vez se echa en brazos de la extrema derecha francesa y confina el catalanismo político a la marginalidad, a la anécdota, en particular cuando éste declina colar su “topillos” en las listas de los partidos de ámbito nacional y se presenta en solitario. Si comparece en las urnas a calzón quitado apenas roza el 2% de los votos.
Los chicos de Le Pen ya coparon los cuatro distritos en las Legislativas de 2022, alcanzaron el 43% en las últimas europeas (distrito único) y repitieron pleno en 2024: Blanc, 57’5%, Dogor-Such, 56’3%, Martínez, 58%, y Sabatini, que zanjó el asunto en la primera vuelta (no fue al balotaje) con un colosal 55%. A mayor abundamiento, Louis Aliot ganó la alcaldía de Perpiñán en el año 2020 con un 53%. Es el municipio más grande de Francia gobernado por la formación liderada por Marine Le Pen y su delfín Jordan Bardella.
Estamos ante un misterio insondable que interesa a los más reputados politólogos que en el mundo son. También a sociólogos y antropólogos. A filósofos, psicólogos y panaderos. ¿Qué diantre les pasa a nuestros vecinos del sur de Francia? ¿En qué cabeza cabe que sean tan refractarios a las maravillas sin cuento ni cuenta que les ofrecemos aquende Los Pirineos? ¿Es que no quieren disfrutar de la valiosa “info” que les proporcionaría una ecuánime TV3 “cataluñonórdica·” ayuna de todo atisbo de adoctrinamiento y sesgo interesado… “gabatxos” (por “nyordos”), “Bona nit i puta França” (por “Bona nit i puta Espanya”), sin omitir jamás las previsiones “meteo” de Canet de Mar, Onteniente y Alghero? Una cadena “departamental” presupuestada en cientos de millones de euros anuales a detraer del futuro pago de las pensiones. ¿En qué estarán pensando?
¿No sueñan acaso con escolarizar a sus hijos íntegramente en catalán, dejando el francés de mierda para los talleres de arcilla de pichulinas y pototos, área pretecnológica, y dos horas semanales a mucho tirar? ¿Es que no les hierve la sangre cuando renuncian a exigir, a guisa de indispensable requisito, el nivel C de catalán para los candidatos a tocar el trombón en la orquesta municipal de Ceret o de Fontromeu cuando una de esas plazas la puede requisar impunemente un colono indeseable nacido en Reims o Nantes? ¿Y qué decir si entra en quirófano para operarse a corazón abierto y el instrumental lo maneja un cirujano que habla la lengua de Molière, de la metrópoli parisina, y que en su vida ha cantado el muy cenutrio una canción de Guillermina Motta o de Nuria Feliu? ¿No envidian nuestros apagones tercermundistas a la manera bolivariana? ¿Qué decir de ese desastre continuado del servicio ferroviario de Cercanías (“Rodalies”)? ¿De las comisiones regimentales del 3% (y más) en la licitación de obra pública durante décadas? ¿No codician, a nuestra imagen y semejanza, dar el mayor porcentaje de “okupaciones”·de toda Francia cuando nosotros no tenemos rival en el resto de España? ¿O darse el gustazo de muy padre y señor mío de inaugurar embajadillas de chichinabo lo mismo en Hanoi que en Berlín donde colocar a cuerpo de rey a un hermano o a una “sobrina” à la façon del “tronco” Ábalos?
Pues ellos se lo pierden. Qué marmolillos, tarugos y descastados. No cruzan, no, la frontera para asistir a eventos culturales en catalán de renombre mundial, devolviéndonos la visita, con un descuadre de varias generaciones, de aquellas excursiones a Perpiñán de nuestros mayores para ver películas vetadas por el franquismo. Y devalúan sus vidas espiritualmente prescindiendo, a caso hecho y por ejemplo, de las fastuosas representaciones teatrales de “L’ auca del senyor Esteve”, “Terra Baixa” y de ese gran musical, “Pirates”, bajo la batuta experta de J. Lluis Bozzo, el “cazacamareros” hispanohablantes número uno que comparte en las redes sus proezas delatoras. Nanay, a esos huevones sólo les interesa darse un garbeo por los estancos de las localidades fronterizas para hacer acopio de cartones de tabaco, y tiene su qué, pues en su casa una cajetilla les sale por la friolera de 9-10 euros cuando un Mecánicos, negro canario, me cuesta a mí 4’80 (que es de lo poco que se puede fumar sin perder la dignidad, acaso sí la salud).
En éstas andamos cuando Salvador Illa, que ha llegado a la presidencia de la Generalidad gracias a su magnetismo indiscutible y a esa capacidad innata, a lo Montilla, de galvanizar a las multitudes, va y destituye a su embajador plenipotenciario en Perpiñán, un tal Christopher Pearson, porque en una comparecencia pública cometió éste la osadía de denominar el departamento francés de Los Pirineos Orientales de la siguiente guisa: “departamento francés de Los Pirineos Orientales”. Es decir, por su nombre oficial.
Un inciso: muchos son los que caen en la tentación (y error) de vincular a Illa con la cartelería publicitaria, por asociación de ideas, de una película dirigida e interpretada, mediados los 80, por José Sacristán: “Cara de acelga”. Nada tienen que ver. Pearson, Christopher, es un joven político francés nacido en Metz y ha sido, vueltas que el mundo da, asesor municipal en la localidad ilerdense de Cervera. Uno de los méritos del interfecto para desempeñar su cometido “consular”, por así decir, ha consistido en contraer nupcias con Jan Pomés, burgomaestre… ¿Lo adivinan?… de Cervera, al tiempo que senador del PSC por esa demarcación provincial. Otro de sus imperdonables errores consistió en referirse en un documento escrito a Colliure, encantador pueblecito costero donde reposan los restos de Antonio Machado (que vino al mundo en Sevilla y no en Soria, contra la opinión públicamente manifestada por Pedro Sánchez), como Colliure y no “Cotlliure”, intolerable desliz que fue afeado por el nacionalismo enfurecido. Un error, a mis ojos disculpable, e incluso loable, pues de este lado de la frontera no hay tontín acomplejado que tenga los bemoles de decir Gerona, hablando en español, en lugar de Girona (“Yirona”), fórmula mamelucoide, al parecer, de obligado cumplimiento.
Ni uno de esos contables meticulosos que en las pelis americanas adquieren el estatuto de “testigo protegido” en juicios contra la Mafia, sabría decir cuántos cientos o miles de millones de euros han dilapidado las autoridades regionales en promover la lengua catalana (en un doble movimiento que pasa necesariamente por excluir la española de la vida pública, institucional, comercial y escolar mediante reproches y multas). Aunque no con el éxito deseado, pues hay estudios demoscópicos que dan fe de un retroceso de su uso cotidiano en algunos segmentos de la sociedad, acaso por hartazgo ante la antipatía de su imposición permanente. Uno de los capítulos de ese despilfarro es el afán de financiar las denominadas escuelas o “bressoles” (período infantil de escolarización no obligatorio) en el sur de Francia. Casualmente, esas partidas se incrementan cuando los socialistas, y otros grupos de izquierda, agarran la poltrona en la plaza de San Jaime por aquello de “no siendo separatistas, parecerlo”. El último óbolo transfronterizo asciende a la nadería de 800.000 euros. Añadiré que, lógicamente, para el nacionalismo enragé la suma está bien invertida y, en todo caso, es insuficiente.
Acabáramos, Illa (y las mascarillas) ha cesado a su “cónsul” en Perpiñán, y alcalde consorte de Cervera, por utilizar la denominación oficial de un territorio ajeno a su jurisdicción política, elevando la “diplomacia catalanista” (“acción exterior”, la llaman) al ámbito discordante de la disociación cognitiva. Por anteponer la fantasía a la realidad. “La realidad es una cosa y mi percepción de la misma es, aunque la enmascare, pervierta o tergiverse, la que me sale de los pelendengues”, o mejor, la de aquellos que de sus votos tutelares depende mi permanencia en el cargo. Pearson (Christopher) ya tiene sustituto: Albert Piñeira (antigua CiU) y, años atrás, alcalde de Puigcerdá, nuevo canciller en nuestros Sudetes. En esta Cataluña disparatada y circense, tragicómica y demencial (“manicomial” diría José Pla), ni las brújulas señalan el norte (“nord”).
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¿Para cuándo el “anschluss” de la “Catalunya Nord”? ¿Prepara el gabinete de Illa la ocupación de nuestras comarcas hermanas allende Los Pirineos?
