Bocadilloak. Es decir, “bocadillos”. El local también oferta “tortillak” en su pizarrín, esto es, “tortillas”. La “k” final es desinencia de número plural. En cambio no sabe uno a qué obedece la “c” intermedia de “bo-C-adilloak”… ¿Por qué no otra “k”?… Puede que simplemente se trate de una falta de ortografía, que lo mismo se cometen en español, que en catalán, uro-finés o en vascuence-“batúa”, esa suerte de vascuence unificado y un tanto artificioso que enseñan en las “ikastolas” y que va para idioma “inmersivo” en la escuela pública según avanzan PSE y Bildu (la Batasuna-ETA de toda la vida), ahora en risueña comandita. “Bocadilloak”. Con un par. Uno de tantos bares (pinchos, montaditos, tapas) con los que se topa el turista por los alrededores de la plaza de la Constitución (“la Consti”… o “Konsti”, por darle carrete a la cosa), en el casco viejo de San Sebastián.
Meses atrás anduve unos días por Bilbao, donde la presencia del vascuence hablado es irrelevante, siendo relevante su ausencia. En San Sebastián, en cambio, mis oídos captaron, eso sí, muy ocasionalmente, retazos de conversaciones en ese idioma. Pero si uno se desplaza a Guetaria, la cosa cambia significativamente. Allí el vascuence está en la calle, pero me pregunto si el vascuence que hablan los paisanos de Guetaria guarda parentesco alguno con el mensaje escrito en el referido local de San Sebastián, “bocadilloak”, que suena a impostura y artificio. Es sabido que el vascuence unificado, el de la escolarización (también camino lleva en Navarra), es cosa distinta a las variedades habladas por comarcas. ¿Los vascohablantes (“euskaldunes”) de Guetaria llaman “bocadilloak” a los bocadillos? Quiero pensar que no, que debe de existir alguna fórmula aceptada que no tenga esa pinta de chascarrillo, pero que me aspen si lo sé.
En catalán se usa la fórmula “entrepà”, que tiene una valencia descriptiva inmediata. “Entre pan”, en eso consiste un bocadillo: algo, lo mismo embutido que una tortilla, “entre pan”. Pues si en un bocadillo no hay nada entre las rebanadas, vale por aquel dicho de “pan con pan, comida de tontos”. De hecho, la fórmula en lengua catalana, si me apuran, es más certera que “bocadillo”, que es algo así como “un bocado pequeño”, cuando hay bocadillos o “bocatas” de dos palmos o más, como esos inmensos petardos trompeteros de ganja que en vida se fumaba Bob Marley. Y para darle el pase a uno hay que asestarle múltiples bocados acompañados de buchitos de cerveza para mejor trasegar el mordisco.
Nada más bajar de la guagua que te trae a Guetaria desde de San Sebastián, te das de bruces con el memorial, una suerte de fortín destartalado, erigido en la villa pesquera en honor de su hijo más ilustre, Juan Sebastián Elcano. La inscripción labrada en piedra da fe del rol completo de los tripulantes de aquella colosal aventura. Primus Circumdediste Me. No es vascuence, es latín. Hete aquí que unos metros más allá, ante la calle porticada que nos lleva al centro de la localidad, hay una estatua… ¿Lo adivinan?… de Elcano. Y otra más adelante, en la pequeña plaza de… Elcano… (“Elkanoren enparantza”), vistas al puerto, naves sin faenar amarradas por la carestía del combustible. Nuestro héroe es, pues, profeta en su tierra. Dos por una. No así Copito de Nieve, eximio primate avecindado en Barcelona para quien Colau no quiere marmóreo homenaje por blanco, polígamo, heteropatriarcal y colonialista. Cosas de la “oltraizquierda”.
En Guetaria se palpa ambiente abertzale, más que en las otras poblaciones visitadas de la costa guipuzcoana. Abundan las pancartas que reivindican el acercamiento de los presos “vascos” (se entiende que terroristas, que no de los condenados por atracar una gasolinera o evadir impuestos). Me asomo a los resultados de las últimas municipales (2019) y veo que en Guetaria contendieron 3 listas y que fue la de Bildu (ETA-Batasuna), la más votada, con casi mil votos y algo más del 50% de los escrutinios. Mayoría absoluta por un concejal frente al PNV. Algo más de 20 votos testimoniales para el PSE (Partido Socialista de Euskadi… o de Estocolmo, por Odón Elorza, Eguiguren y Eduardo Madina). Cierto que en las elecciones autonómicas y generales desciende ese avasallador porcentaje y aparecen votos de otras candidaturas (circunscripción provincial), pero es realidad sin efugio: allí mandan los chicos de Otegui. En la cercana Zarauz copan el 30% de los votos y en San Sebastián y Fuenterrabía alrededor del 15%.
De Guetaria me quedo con la gesta de Elcano, también con sus sabrosas almejas que se comercializan, doy fe, en una pescadería del mercado de San Antonio en Barcelona, y no excesivamente caras, y con el museo Balenciaga, pues el modisto, abanderado de un elegante clasicismo, nació allí. Qué dos personalidades y qué manjar exquisito rodeados de tanto paleto de chapela calada hasta las cejas. Paradojas de la vida.
Curiosamente donde más vasquismo se aprecia a cada paso que das es al otro lado de la frontera, en Biarritz. Bien entendido que allí vasquismo es tipismo y folclore y no facción política. Hay más “ikurriñas” (la bandera aranista, bandera de parte y bandera sectaria, que ha sido admitida de manera unánime como bandera regional) que en San Sebastián. Y en los escaparates de las tiendas de souvenirs calzado típico montañés, vestimentas tradicionales y “affiches” de gusto localista, con el omnipresente lauburu en gargantillas, imanes para el frigorífico y en todo tipo de artículos y utensilios a la venta.
El lauburu, hay que decirlo, es una modalidad de cruz esvástica, una esvástica lobulada. Nada de malo hay en ello, pues es un símbolo antiquísimo conocido en muy diversas culturas, de Asia a Europa, de uno a otro confín. Las hay en estelas funerarias del año catapún y se dice que, como símbolo solar, era una suerte de amuleto protector de uso pastoril frente a la amenaza del lobo. Pero hete aquí que al lauburu le puedes llamar “tetrasquel”, por sus cuatro brazos, pero no “cruz esvástica”, pues si te copia un vasquista, preferiblemente no vasco, uno de esos progres que babean copiosamente ante cualquier artefacto cultural made in Vascongadas, es decir, uno de esos acomplejados ante el nacionalismo aborigenista que resuelven que la flatulencia que deja ir un “abertzale” no es sino el acorde perdido de la Inacabada de Schubert, montará en cólera y te echará en cara tu ladino y mendaz intento de “nazificar” a los levantiscos y aguerridos “gudaris” de aquellas comarcas. Todo “lo vasco” es lo mejor del mundo mundial. Lo cierto es que hay más esvásticas (lobuladas) en Biarritz, y que nadie se me amontone, que en las multitudinarias concentraciones perfectamente orquestadas del NSDAP en Nuremberg que hemos visto en los sobrecogedores documentales de Leni Riefenstahl.
A vueltas con la estatuaria, que si Copito de Nieve, que si Elcano… pues si paseas La Concha, descubres en uno de sus extremos, confluencia calle Miramar y avenida de la Libertad, una plazoleta dedicada a Cervantes, nuestro más universal autor, con una aseada escultura del inmortal y ensoñador hidalgo y de su inseparable escudero. Y eso que don Quijote no conoció la ciudad, ni Rocinante holló con sus pezuñas los arenales de sus playas. A mayor abundamiento, el caballero de tristísima figura las tuvo tiesas, en uno de sus más celebrados episodios, con un caballero vizcaíno al cuidado de unas damas. Patrimonio de todos, o casi… pues la gentileza de la capital guipuzcoana con nuestro patrimonio cultural no ha sido replicada por la alcaldesa Colau y su “palanganero/ ayuda de cámara”, el socialista Collboni, quienes rehusaron, en su infinita y palurda ignorancia, dedicar escultórico homenaje al Quijote, publicista sin igual de las virtudes sin cuenta ni cuento de la ciudad condal, aduciendo que «ese personaje literario se circunscribe a la cultura castellana”, arrea. Quieren decir esos zarramplines con vara de mando que Alonso Quijano pertenece al legado cultural de Argamasilla de Alba y Talavera de la Reina, por ejemplo, pero más allá de esas limitadas coordenadas geográficas su interés es relativo, incluso nulo… y lo dicen desde una Barcelona con calles dedicadas a Pompeyo Gener, al siniestro doctor Martí Juliá o a Sabino Arana, entre otros muchos.
Hemos fracasado como nación. La inmersión obligatoria en la escuela pública en lenguas cooficiales es la espina dorsal del dragón, el síntoma más evidente de este incomprensible fracaso colectivo. Hay que decirlo a particularistas y afines a la “oltraizquierda” (ese compostaje de izquierda-woke grumosa y fétida que toma nombre de una de sus lideresas, Mónica Oltra): también se puede odiar a España estudiando en español. Los ejemplos son esquivos al cálculo como la fina arena de la playa que se desliza entre los dedos: Zapatero, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias Turrión, Jesús Eguiguren, Echenique, Nicolás Maduro, Jorge Javier Vázquez, López Obrador, el papa Bergoglio… la lista es extensa y los nombres seleccionados componen una muestra ínfima. Todos ellos estudiaron, poco o mucho, en español y odian a España sin tapujos, sin medias tintas, con toda el alma. No es necesario echar mano de payasada semejante, “bocadilloak” y “tortillak”, para envenenar a nuestros hijos y nietos, o a los hijos y nietos de los demás e hipotecar su futuro.
Quizá un día, el péndulo regresará a la posición contraria y consigamos estabilizarlo, recuperando el sentido común que por mor de discutibles mayorías parlamentarias mandamos en su día a esparragar cediendo siempre, cobarde e irresponsablemente, ante los voraces nacionalismos periféricos, incurriendo en una dejación de funciones antipatriótica que un día nos echarán en cara y que no conocerá posible expiación. “Bocadilloak”… vamos, no me jodas.

“Pardiez”, dijo Elcano al tomar tierra tras su periplo oceánico, “ahora mismo me zampaba de una sentada tres “bocadilloak” de “antxoak”, acompañados de otros tantos “zuritoak” de “txakolí”… “mas… qué diantre me pasa… ¿Por qué hablo así?… de la “k” y de la “tx” estoy hasta las mismísimas pelotoak”. “Por cierto”, añadió el marino, “ahora que soy de extrema izquierda, u “oltraizquierda”, según ese botarate de Álvaro Morte (“La casa de papel”), los chicos de ETA, si vuelven a las “ekintzas”, podrían dedicarme uno de sus comandos: “Elkano talde” (comando Elcano)… mola mazo”.
PD.- Armengol, lideresa del PSIB, rectifica ahora y no exigirá al personal médico, vale que temporalmente, los requisitos lingüísticos citados en “People from Ibiza”. ¿Nos habrá hecho caso? Ni hablar. Eso es que ella, o alguno de los suyos, tenía visita con el especialista y se ha encontrado la consulta cerrada por falta de personal. Pero, una cosa por otra, va y en el mismo día echa a la puta calle por esa misma razón a un montón de celadores. Toma del frasco.
