¿Qué habría de decir el hijo, aún de cortísima edad, seis o siete años, bien aleccionado de un progre de manual (*) en caso de que un sádico pederasta le secuestrara para abusar de él impune y cobardemente? Así concluyó la “tractorada” anterior. El escenario es conocido: un lúgubre tabuco donde ese monstruo abyecto perpetra sus crímenes aberrantes. Un niño sólo, completamente desorientado viviendo una pesadilla atroz que ni siquiera soportaría con entereza un adulto de templado espíritu. No puede invocar a “sus padres”, pues no «son suyos” en la misma medida que él no “es de aquéllos». Las cosas “son” y “no son”… como las casas, que aun estando inscritas a tu nombre en el registro de la propiedad quedan al albur de la real voluntad de los “okupas” (caso Gemma Galdón).
Hijo de progres secuestrado por un asesino a lo “carnicero de Rostov”: Adultos que me habéis engendrado y me tuteláis legalmente, habiendo estado nueve meses en la barriguita del componente femenino de la pareja… estoy solito en una choza inmunda y maloliente, pasando frío y miedo, con un señor malvado y feo que me quiere hacer pupa con instrumentos cortantes… por favor, rescatadme, sacadme de aquí… a partir de ahora seré bueno y aplicado en la escuela, lo prometo…
Con fecha 20 de enero de 2021, el gobierno de la nación (de naciones) ha modificado la Ley Antidesahucios evitando el “lanzamiento” (¿por la ventana?) de los “okupas” (moratoria hasta mayo del presente año por efecto de la pandemia), aun cuando hayan ejercido violencia sobre las cosas (la cerradura), pero nunca contra las personas. Quiere ello decir que si un “okupa” se cuela en una vivienda con sigilo, con nocturnidad, o por descuido (que el propietario haya dejado la puerta abierta), o aprovechando la ausencia de su legítimo dueño, queda amparado por el nuevo redactado de la ley (apartado 7 del artículo 1 bis, letras b y c), según nos explican en el enlace adjunto (uno entre los muchos “colgados” en los interneles).
El autor del artículo, Eduardo Rodríguez de Brujón y Fernández, tanto gusto, sostiene lo que sigue: Por lo tanto, si la víctima se va a la compra y cuando vuelve hay un “okupa” dentro de su morada, aunque haya forzado la cerradura de la vivienda, como no ha intimidado ni ejercido violencia sobre la persona, no se le desahucia. Átame esa mosca por el rabo.
Ésta es la roñosa legislación que promueven Gemma Galdón (véase “Justicia poética (I)”) y sus amigos, y por extensión sus votantes y simpatizantes, pues si no los tuvieran, no tendríamos por qué asistir a semejante esperpento. Y Gemma, lloró desconsolada, derramando un “Orinoco” de lágrimas, como dijo el evasor al fisco Monedero cuando falleció su ídolo Hugo Chávez, aunque finalmente regularizó el dineral recibido por el régimen bolivariano (un supuesto estudio para evitar la “dolarización” de la economía venezolana) gracias a la deferencia que con él tuvo Cristóbal Montoro, de triste recuerdo.
De modo que, facilidades para “okupar” viviendas, todas, por voluntad expresa del legislador. ¿Qué hacer ante esa amenaza que pende sobre los propietarios, por modesto que sea su patrimonio? Muy sencillo. Hasta que no dispongamos de un gobierno de verdad, comprometido sin complejos con las vidas y haciendas de los administrados, cuando las segundas han sido adquiridas con arreglo a la ley, no quedan más bemoles que buscar una suerte de pacto, acuerdo o apaño con los “okupas”, pues el viento sopla a su favor. Sucede en estos aperreados tiempos: pareciera que para situar tus ideas y proyectos en el tablero del debate político es más rentable quemar contenedores que debatir o protestar civilizadamente… y si no que se lo pregunten al actual gobierno a colación de «la niña de sus ojos», el basuriento rapero Pablo Hásel (de apellido Rivadulla, nieto de un mando de la Guardia Civil que combatió al maquis en el Valle de Arán). A los “okupas” se les hace caso y se buscan “espacios” de diálogo y entendimiento. Y en cambio, a aquellos que con motivadas razones pretenden elegir lengua oficial de escolarización para “sus” hijos se les ignora completamente y se les tacha de “inadaptados sociales” (sea el caso de la finada Muriel Casals, Òdium Cultural, o del siniestro payaso Tortell Poltrona, el gemelo malvado de Pennywise), cuando no de “fachas” directamente. A la brava.
Se trataría, pues, de elaborar una suerte de catastro alternativo, con primeras y segundas residencias de cargos electos del PSOE y de Podemos, de militantes o simpatizantes destacados de ambas formaciones (artistas de toda laya, famosos varios tipo los Bardem, Wyoming, Dani Mateo, Jorge Javier Vázquez, Leticia Dolera, etc), de la mismísima Gemma Galdón, sin ir más lejos. Y, una vez recopilada esa información sensible, hacerla llegar a los corrillos “okupas”. ¿Por qué? Por dos sencillas razones. La primera, porque de ese modo se podría dirigir la “okupación” hacia objetivos razonables, por así decir. Por un lado se desviaría la dinámica “okupa” de las viviendas, primeras o segundas, de las personas que creen en el derecho a la propiedad como un valor angular e intrínsecamente unido a conceptos como libertad o democracia, lo mismo un profesional liberal que un trabajador que ha formado un modesto patrimonio pechando como un descosido. Y, por otro, tratándose de viviendas de progres de elevadas miras, es cosa casi segura que éstos jamás litigarían contra los “okupas” implicados en la “okupación” de sus viviendas, pues su ideología y su coherencia personal se lo impedirían.
Nos ahorraríamos reclamaciones, actuaciones policiales y causas en los tribunales, al copo de legajos apilados hasta el techo y pendientes de resolución. Los “okupas”, “okuparían” tan ricamente, dejarían tranquilas a las personas de bien, eliminando sus propiedades de la potencial “bolsa de okupaciones” y los progres se sentirían activísimos partícipes en la solución del intrincado problema social del parque inmobiliario, recreándose espiritualmente en su aquilatado sentido de la justicia y en su ilimitada bondad (infinitamente superior a la de sujetos despreciables que como yo somos más de derechas que el caballo de Atila y que, convertidos en una sentina de vicios, auténticos MBH, “Montón de Basura Heteropatriarcal”, todavía nos giramos por la calle para mirarle el trasero a las señoras… qué asssssco me doy). Progres “okupados” que renunciarían a causar molestias a los jueces con esas denuncias improcedentes, por un quítame allá esas pajas, y convivirían con sus nuevos amigos repartiéndose las habitaciones de buena gana y compartiendo fraternalmente espacios comunes o les cederían gustosamente las llaves para que, al fin, dispusieran de un lugar donde cobijarse del tiempo inclemente. Y todos contentos.
Ah, una cosa más. Últimamente los informativos-tv nos han servido imágenes de vecinos en algunas localidades que se conjuran para echar a “okupas” que se han instalado en la vivienda de uno de ellos. Tiempo atrás esto se vivía en soledad y silencio (como las hemorroides), con una suerte de consenso desesperanzado y derrotista: “No se puede hacer nada”. Pero ya no es así. La gente del común (no me refiero al “runrún de la calle” de los videos electorales de Inmacul-Ada Colau) ha entendido que si esto le pasa al vecino hoy, mañana me pasa a mí… “Y no me da la gana, porque me ha costado lo mío comprarme un pisito o un apartamento en la playa y no he de perder ni un minuto de mi vida en denuncias, ni un euro en abogados para defender y proteger lo que es obvio… que lo mío es mío y lo disfruto yo”. Pues bien, con el plan propuesto, también quedan sin efecto esas “manis” vecinales y de ese modo aprovechará cada uno su tiempo como mejor le parezca, sin perderlo en estas cabronadas. Por lo tanto, señores “okupas”: “okupen” viviendas si así lo desean, pero mucho mejor de gente como Gemma Galdón o de sus votantes que favorecen legislaciones “pro-okupa” y que les esperan con los brazos y las puertas abiertos.
Se impone, pues, como dicen los fifís, “implementar” un método de trabajo efectivo: elaborar el censo aludido, contactar con bandas “okupas” y entregarles la valiosa “info” para que acometan su parte del plan. ¿Y todo esto, quién, de qué manera y cuándo? Lo ignoro. Pero todo llega, del mismo modo que al agua siempre se abre camino cuesta abajo.
(*) Para una divertida y ocurrente definición de progre, acúdase al último capítulo del gamberroide “Manifiesto redneck”, de Jim Goad, que he leído con fruición por recomendación de mi abogado, y sin embargo amigo, Antonio Ramos.
PS.- Según información aparecida en diversos medios digitales, alrededor de un 40% de todas las “okupaciones” producidas en España en los últimos años se producen en Cataluña (17% del total de la población nacional).

Okupa que, en plena pandemia, cumple a rajatabla las restricciones a la movilidad cómodamente instalado en la vivienda de la podemita Gemma Galdón.
