Hace unas semanas ocuparon un piso de Gemma Galdón Clavell, “miembra” del autodenominado Consejo Estatal de Podemos entre 2014-2016. Gemma lo inscribió en la llamada Bolsa de Vivienda Social de Barcelona. A lo que se ve, marcharon los inquilinos y a la hora de emprender una reforma para poner el pisito al día, zas, van unos “okupas” y se instalan en dicho domicilio. La podemita estaba desolada y quejicosa y así lo manifestó en las redes sociales: “No tengo palabras”.
Casualmente, sí tuvo palabras para definir el fenómeno de la “okupación” en una entrevista concedida al diario “EL País”: “Es parte de la solución al grave problema inmobiliario”, dijo siguiendo la estela de otra “pijiprogre” excelsa, Inma Mayol: “La “okupación” es un estilo de vida”. Además, Gemma se manifestó contraria al desalojo del santuario “okupa” de “Can Vies” durante el mandato de aquel bobo solemne de Xavier Trias, que sí tenía dinero a buen recaudo en el extranjero legado por su papi, sólo que él “no lo sabía” (falta de comunicación paterno-filial). Nuestra heroína ha llorado lo suyo por los rincones y se pregunta: “¿Por qué a mí… si soy amiguita de los “okupas”?… no es justo, buááá, buááá”.
Estamos ante un caso paradigmático de bellísima justicia poética. Soy un firme defensor del derecho a la propiedad, sea mucha o poca. Lo que tú te has ganado y adquirido en buena lid, con trabajo y ahorro, es tuyo y punto. Sea una mansión victoriana, las 19 viviendas de “Inmobiliaria Gran Wyoming” (que por fin regularizó el ricachón televisivo atizándole casi un millón de euros al fisco) o un modesto estudio, 40 m2, en El Raval. A pesar de lo dicho, me alegro, y mucho, de que a la “solidaria” Gemma Galdón le hayan dado un buen susto.
Es una incoherencia, pero como dijo Pablo Iglesias cuando le preguntaron por qué un comunista ortodoxo como él trabajaba en una TV financiada por la teocracia iraní (donde ahorcan a los homosexuales de grúas-pluma): “Todos tenemos contradicciones”, y así zanjó el debate. En efecto, no casa estar a favor del derecho a la propiedad y aplaudir una “okupación, lo admito. Pero ésta es la excepción que confirma la regla. Comoquiera que Gemma, en cambio, no está a favor del derecho a la propiedad, al menos de los demás, si los “okupas” allanan una vivienda para quedarse ahí a vivir y conculcan ese derecho, pues que el derecho conculcado sea el suyo, qué caramba. Mucho mejor que le “okupen” a ella que no a un trabajador jubilado de SEAT, por ejemplo, que adquirió su vivienda trabajando duro y echando más horas que un reloj y le dio la soldada para comprarse un apartamento en Castelldefels, segunda residencia, que dejará en herencia a sus hijos o nietos para que echen a andar en la vida.
Alguien me reprochará que una “tractorada” sobre las desventuras de una podemita “okupada” no es asunto que “ocupe” a un blog que pretende denunciar los atropellos del nacionalismo excluyente (redundancia), principalmente en el ámbito escolar a cuento de esa pestilente bahorrina que es la inmersión lingüística obligatoria en lenguas co-oficiales. Cierto, sólo que casi todo, pizca más o menos, está conectado: efecto “mariposa”. De entrada, la “okupación” es una de las banderas que enarbolan los progres, y los progres, enemigos supuestamente declarados de todas las discriminaciones censadas, en cambio transigen, toleran o se recrean con el bodrio ése de la inmersión, que es la discriminación lingüística por antonomasia.
Por otro lado, los progres echan pestes del derecho a la propiedad, aunque no pocos de ellos lo hacen efectivo adquiriendo diversas propiedades, muebles e inmuebles. Y ése es un derecho básico, que informa en buena parte el mismo concepto de “libertad”, y si el marco jurídico vigente y la práctica política no lo protegen, se abre la puerta a todo tipo de arbitrariedades e incumplimientos que no habrían de extrañarnos. Me explico: si compras una vivienda legalmente, pero no sirve de nada que firmes un contrato sancionado ante notario porque el primer andoba que pasa por ahí se cuela dentro, la hace suya, y no hay manera de echarlo, salvo litigando y gastando haberes en minutas de abogado… ¿Por qué crees que estará blindado para los restos el derecho a percibir una pensión tras una dilatada vida laboral? La percepción de la pensión está vinculada, no a un contrato, sino a muchos, todos aquellos que se formalizaron durante la vida activa del individuo… más difusos aun que uno de compra-venta.
Si quienes han de velar por la defensa de los derechos e intereses del ciudadano (aquello de “las vidas y haciendas”), dan por bueno que te “okupen” la vivienda porque es la supuesta «solución a un problema» que tú no has creado… ¿Qué te hace pensar que protegerán celosamente las pensiones que no dependen de un contrato registrado, sino de un principio tan vaporoso como es el de la “solidaridad intergeneracional” entre cotizantes? De tal modo que tú financias con las deducciones aplicadas en tu nómina las mensualidades que perciben los pensionados actuales y así devengas un derecho a percibir en el futuro una cantidad similar a la que has cotizado efectivamente y que se implementará, se supone, con las cotizaciones de los trabajadores posteriores. Por lo tanto, se trata de un derecho proyectivo, por así decirlo. Y lo satisfarás sólo si hay cotizantes y cotizaciones en número suficiente y gente responsable que gestione el mecanismo. ¿Garantizado?… Miau.
Cuando el derecho a la propiedad queda en suspenso (“okupación”), todos los demás, en plan efecto dominó, quedan en el limbo. Doy por cosa hecha que Gemma Galdón y sus compinches en el gobierno de coalición jamás excederán los registros expropiatorios insuperados de la China comunista durante la hambruna colosal que arrasó el país entre los años 1958/1962 a causa del llamado “Salto Adelante” planificado por Mao. El documentadísimo y aterrador ensayo de Frank Dikötter (*, pág.103), cuya lectura recomiendo vivamente, da noticia de la requisa a bayoneta de los excrementos humanos para darles uso como fertilizante. Li-Jing-quan, máximo dirigente del partido en el distrito de Sichuan, dio la consigna: “Vamos a colectivizar la mierda”, procediéndose a su incautación y almacenaje. Para los comunistas, pues, ni tus excrementos te pertenecen. No importa que esos residuos expulsados por la fase deyectiva del metabolismo hayan formado parte de ti, de tus propias células: que hayan sido tú. Es la enmienda a la totalidad de aquel chiste de cuando niños: “Se sube el telón y se ve una cagarruta con un puñal clavado, se baja el telón… ¿Cómo se titula la función?… “La maté porque era mía””. Ni hablar del peluquín, tus heces son, para el socialismo real, asunto de Estado.
Episodio que rivalizó en abracadabrante surrealismo con la guerra sin cuartel declarada a los gorriones en su condición de voraces competidores por el grano. Dando fe de su compromiso con las directrices gubernamentales, el distrito de Shangai proclamó triunfalmente que había eliminado, peso en báscula, 48.695’49 kgs de moscas (atención a los decimales), 930.486 ratas y 1.367.440 gorriones. Más de un millón de pajaritos exterminados de una tacada en un solo distrito (pág. 314). Hecatombe ornitológica.
Si no es tuya tu casa, ni tu huertecito, ni lo es tu caca, pues tampoco lo son tus hijos, qué diantre. Sí, son materiales heterogéneos, muy distintos entre sí, pero una cosa lleva a la otra, y la otra a la una. Dijo la ministraaaaá Celaaaaá que, puesto que los hijos no son de los padres (sólo les une el vínculo tutelar llamado “patria potestad”), nada tienen éstos que decidir acerca de la educación de los peques, que para eso ya está ella, y que mejor que nadie sabe lo que les conviene. Cuando Celaá dice que los hijos no son de los padres, no insinúa necesariamente que hayan sido engendrados por la plantilla itinerante de repartidores de butano a domicilio, sino que no son ni del padre, ni de la madre, de ambos, en el sentido de que no hay derecho de propiedad sobre ellos, como sí lo hay sobre una aspiradora. Que no es lo mismo un niño que un electrodoméstico. Gracias, ministra, no se me habría ocurrido nunca.
Sucede, no obstante, que si los hijos no son de los padres… pues los padres no son de los hijos. Los más redomados progres tipo Gemma Galdón, por consistencia doctrinal, harían bien en explicar a sus hijos, aún de corta edad, que en caso de ser secuestrados por un sádico pederasta que abrigara la criminal intención de mantenerlos cautivos en un sótano lúgubre para abusar de ellos asquerosamente y luego despedazarlos a hachazos (ha habido casos), no deberían de llamar a gritos a “su papá” o a “su mamá”, pues las partículas posesivas como “su” o “mi” deberían desterrarse del lenguaje por la perversión que operan sobre las relaciones paterno-filiales (**).
Temblores de agonía y una rabia incontrolable sacuden a las personas de bien ante casos tan atroces: un crío separado de sus mayores, desvalido y solo en la oscuridad de una covacha, pasando frío, sed, hambre, desorientado y sometido a las perrerías de un execrable monstruo para el que un pelotón de fusilamiento sería un fin demasiado honorable. Sujeto para el que los progres como Gemma, sus simpatizantes y votantes, no solicitarían jamás la reclusión a cadena perpetua, pues a ella se oponen invocando la monserga de la deseable reinserción y de la culpable y perturbadora sociedad. Salvo, claro es, que eso les sucediera a ellos, es decir, a sus hijos. Entonces, cuando se vive en carne propia una tragedia de esa magnitud, se activan los lagrimales y, buá, buá, lloramos a moco tendido… como cuando nos “okupan” la casa, aun siendo unos progres del carajo de la vela… y si no que se lo pregunten a nuestra amiga Gemma.

Gorrión común: la bestia negra del execrable régimen maoísta
(*) “La gran hambruna en la China de Mao: Historia de la catástrofe más devastadora de China (1958-1962)”. Frank Dikötter. Ediciones Acantilado.
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