José Zaragoza, fontanero-jefe del PSC, muñidor de turbias maniobras, gestor de microfonías en “La Camarga”, ha declarado, postrimerías del año 2019, “que se siente más cómodo negociando con ERC que con el PP”. Causa cierto desánimo que un destacado dirigente de un partido que por alguna razón ignota hay quienes cuentan aún en las filas del constitucionalismo, se pronuncie públicamente en esos términos. Y eso tras la participación de ERC, a través de sus cargos electos y medios materiales en el gobierno regional, y de su estructura de partido y militancia, en un movimiento insurreccional contra la legalidad vigente que podría tipificarse de golpe de Estado (si bien el Tribunal Supremo ha definido en sentencia el episodio como mera “ensoñación” sediciosa, con sus insignes Señorías siempre al quite de promociones profesionales y dispuestos a “ensuciar la toga con el polvo del camino”, augural divisa de quien fuera Fiscal General, Conde-Pumpido… “tu quoque, Marchena”).
La predilección por ERC de Zaragoza, mano derecha del danzarín Iceta (“ni una mala palabra, ni una buena acción”), lo que son las cosas, conecta a través del tiempo con una vergonzosa y claudicante comparecencia de Rodríguez Ibarra, otrora apodado “el Bellotari”, en un programa de TVE , “Las cerezas”, presentado por Julia Otero. Noviembre de 2004. Para situarnos: un año después de que Carod Rovira, presidente en funciones del gobierno tripartito (PSC-ERC-ICV) por ausencia de Maragall (*), pactara en Perpiñán con la cúpula de ETA el cese de atentados en Cataluña a cambio de que la cámara regional propiciara un nuevo estatuto que fracturase la soberanía nacional. Y, otrosí, unos meses tras el atentado del 11-M, en vísperas de una jornada de reflexión y que contribuyó a un drástico vuelco electoral que no preveían las encuestas de aquella hora, y del subsecuente ascenso del candidato respaldado por el PSC, Rodríguez Zapatero, a la Presidencia del gobierno… hoy ocupado en labores de mayordomía bolivariana generosamente remuneradas.
Rodríguez Ibarra ungió a subalternos lametones, ante las cámaras, los pinreles de Carod Rovira… el mismo Rodríguez Ibarra que clama y se desgañita junto a un coro de veteranos dirigentes del PSOE contra la política de alianzas del PSOE actual con lo “mejor” de cada casa para facilitar la investidura de Pedro cum fraude Sánchez -lo mismo Bildu (antes Batasuna), que ERC, PNV, los podemitas, las diferentes marcas del separatismo catalanista en Valencia y Mallorca, el diputado “gaitatzale” del BNG, pronúnciese “be-ene-gé”, que la última efervescencia cantonalista de Teruel y Calahorra Existen (**)-.
El interfecto, exponente del llamado socialismo cejijunto “de Puerto Hurraco” frente al socialismo “federalista y asimétrico”, confesó “que se sentía la mar de cómodo con Carod Rovira” y “que antes invitaría a éste a su casa que a los dirigentes del PP”. Cierto que por entonces ERC no había protagonizado una “ensoñación sediciosa” como la del “proceso” con su liquidación de la legalidad parlamentaria, su referéndum ilegal y su proclamación unilateral de independencia, pero no está nada mal para completar su dilatada hoja de servicios (iniciada ya con rutilante esplendor en octubre de 1934) llegar a una “entente cordiale”, Perpiñán, con la banda terrorista que ha perpetrado el mayor y más sangriento atentado de la historia de Cataluña, Hipercor, año 1.987.
Sea lo que pase y pase lo que sea, poniendo su honra en holganza, los dirigentes del PSC (y de su franquicia carpetovetónica, el PSOE) siempre acaban estando más a gustito con ERC. No falla. Se repite la Historia una vez y otra. Lo mismo da que pacten con ETA o promuevan un golpe de Estado siquiera en fase “ensoñadora”. Siempre están dispuestos a hacernos creer que ERC es lo mejor para España y que SM el Rey Felipe VI convocó aquel día a los españoles, 3 de octubre de 2017, porque andaba regulín de los nervios y no se había tomado su “tranquipasti” matinal, confundiendo “ensoñaciones” con asonadas.
“Zaragoza vs el “Bellotari” Rodríguez Ibarra” recuerda en cierto modo a aquel duelo en la cumbre de la molicie carnal entre Mesalina, la esposa del emperador Claudio, y Escila, la ramera siciliana, a mil sestercios el gladiador desarmado, un OK Corral entre sábanas que nos regaló aquella estupenda teleserie de la BBC, “Yo Claudio”, magistralmente interpretada por Derek Jacobi y John Hurt, basada en la novela de Robert Graves. A tragaderas, glu-glu, a ver quién gana. Hay quien dirá que el sibilino Zaragoza no tiene el menor empacho en manifestar su “comodidad” a la vera, a la verita tuya de ERC, en tanto que la facción del “barón” extremeño, ya jubileta e irrelevante, no tenía más bemoles que dar su pláceme a aquel enjuague, entonces, de imprevisibles consecuencias. En todo caso, de motu proprio o a regañadientes, acaban por hacer siempre lo mismo, dar respiración asistida a los malos cuando, convertidos en la irrisión de medio mundo, corrían alocadamente para estrellarse contra un muro con la determinación de un piloto kamikaze embalsamado en MDMA.
Me viene a las mientes la madre de Joseba Pagazaurtundúa cuando dijo, dirigiéndose a los gerifaltes del PSE (“Pachi” López y Jesús Eguiguren), tras el asesinato de su hijo a manos de ETA, aquella frase que deberíamos esculpir en piedra pues es una de las sentencias más descriptivas del lado oscuro del último cuarto de siglo de nuestra Historia: “Diréis (y haréis, añado) cosas que nos helarán la sangre”.
(*) Maragall deambulaba medio “cocido” por el lejano Oriente, parada en Macao, posando con una banderita estrellada junto a la selección catalana de hockey sobre patines que competía en un mundialillo serie B frente a Mongolia Ulterior y la Cochinchina.
(**) El cenutrio de las anchoas, por una vez, se quitó de en medio a última hora.
